Un domingo decía Padre Armando Álvarez en su homilía: “Ni tú ni yo cogemos una pistola para matar a nadie, pero matamos con la lengua.” Aquella frase me llegó al alma. Siempre pasaba por alto el mandamiento de “no matarás”. Sin embargo, desde entonces tengo cuidado con lo que se dice de los demás. No podemos olvidar los pecados de palabra. Ese día un sacerdote cambió mi vida para siempre. 

De hecho, la Décima Promesa que hizo Jesús a santa Margarita María fue dirigida a los sacerdotes, religiosos, diáconos, maestros, profesionales de la salud y todos los que están al servicio de los demás. Le dijo:  “Daré a los sacerdotes y a todos aquellos que se ocupan de la salvación de las almas, el don de tocar los corazones más endurecidos”.

Dios nunca va a forzar la libre voluntad de un ser humano. No lo hizo en la Cruz, con el Ladrón Empedernido. Sin embargo, Jesús puede otorgar gracias con las cuales impulsa al pecador a vencer la actitud rebelde que tienen las almas pecadoras más obstinadas. Esto fue lo que hizo con el Buen Ladrón y de su corazón brotaron palabras para tratar de convencer al otro para que respetara a Jesús, varón sin pecado y se convirtiera. En premio de esa misión, Jesús le otorgó un gran regalo al Buen Ladrón: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso.” (cf Lc 23, 43)

¿No tocó nuestros corazones san Juan Pablo II cuando dedicó un año entero a predicar de Dios Padre, otro sobre Dios Hijo y un tercer año sobre el Espíritu Santo? Definitivamente el Papa “Todo Tuyo” nos preparó para vivir el Jubileo del Año 2000, tocando nuestros corazones. Hoy le llamamos santo.

La conversión de nuestros corazones ocurre a veces por gracias extraordinarias. Las fuentes de intercesión incluyen: esa abuelita que ora incansablemente, un Párroco que predica, un periodista católico, una maestra de religión, una enfermera que consuela un enfermo, un médico que acompaña su paciente en el dolor. En cualquier caso, se debe a que Dios da la gracia a los escogidos para que otros se salven. En el caso de los sacerdotes, diáconos, maestros y profesionales que están inspirados con gran devoción al Sagrado Corazón, con esta promesa estarán seguros de que tendrán más gracias para convertir las almas y encaminarlas en ese camino que es Jesús hacia el Paraíso.

 

Natalio Izquierdo, MD

Para El Visitante

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