El pasado 22 de mayo en la sede del Seminario Beato Pablo VI tuvo su culmen a la experiencia formativa de la Etapa Propedéutica 2017-2018. Fue un día especial, porque pudimos cerrar un año dedicado al discernimiento y compartir con seminaristas y presbíteros dicha experiencia. La Celebración Eucarística fue presidida por Mons. Eusebio Ramos Morales, Obispo de la Diócesis de Caguas, acompañado por el vicario de Vocaciones y Seminario, P. Félix Núñez Hernández, junto al rector del Seminario Propedéutico, P. Carlos Javier Vázquez Rivera y al director espiritual, P. Melvin Montañez Flores. De igual forma, estuvieron presentes el clero y seminaristas de las Diócesis de Caguas, Ponce y Mayagüez, al igual que familiares y amigos de los seminaristas. Además, asistieron los hermanos seminaristas de las etapas del Discipulado y Configuración de nuestra Diócesis de Caguas con quienes compartimos la satisfacción de haber culminado 1 año de formación. Cabe destacar que estuvimos conviviendo durante esos días como seminaristas, en la hermandad y solidaridad, la cual, predominó ante las dificultades de un año atípico.

Luego de 1 año de buenos momentos, pero de grandes pruebas y vivencias que nos unieron como país y como Iglesia, los ocho jóvenes que comenzamos esta experiencia logramos continuar nuestro discernimiento permitiéndonos vivir nuestra vocación desde las diferentes realidades. El grupo de jóvenes que participó de esta experiencia formativa durante este año fueron Gabriel E. Rivera Lebrón, Alexis J. Morales Arroyo, Carlos Arnaldo Rivera Cortés, Juan A. Estrada y Christian J. López Burgos de la Diócesis de Caguas; Delbert Alvarado Franceschi de la Diócesis de Ponce; Adalmer Cancel Pérez y Alexander Valentín Echevarría de la Diócesis de Mayagüez.

En este año vivimos muchos momentos importantes como lo fue el poder regresar a la sede del Seminario Beato Pablo VI, donde inició la Etapa Propedéutica en la Diócesis de Caguas hace 20 años. Esta celebración fue parte del encuentro entre los seminaristas, los sacerdotes y familiares, quienes estuvieron presentes y pudieron compartir con nosotros la alegría de culminar una etapa formativa y darle la bienvenida a otra que nos lleva a ese lugar donde Dios quiere que estemos. La emoción de ver a nuestros familiares y amigos llegar al seminario se reflejaba en cada saludo y en cada abrazo, siendo nuestra familia parte fundamental de nuestro caminar en la vida. Luego tuvimos la oportunidad de celebrar juntos la Eucaristía siendo partícipes del regalo de amor más grande que Jesús nos dejó, como signo de unión e impulso que nos mueve a ser mejores cristianos y misioneros. Como mencionó Mons. Eusebio en su homilía dirigida a los seminaristas: “Jesús y la Eucaristía y su Palabra nos dé fuerzas para vivir como dice Santiago una fe y obra de verdad”.

En una tarde de confraternización y compartir nos despedimos de nuestras familias y amigos finalizando con un encuentro entre seminaristas y sacerdotes de nuestra Diócesis. Fue un día de compartir, reflexionar y dar gracias por todo lo vivido durante un año de crecimiento humano y espiritual. De igual modo, reconocemos y agradecemos a nuestros formadores y profesionales que nos acompañaron, brindándonos sus experiencias y conocimientos. También le damos las gracias a todas las personas que oran por las vocaciones, que con sus palabras nos motivan a seguir en nuestro caminar guiados por el amor de Dios. Les invitamos a estar atentos a su llamado, viviendo su vocación y fe desde las comunidades haciendo visible el amor misericordioso del Padre. Que el Señor sea siempre nuestro guía en este caminar para que desde lo más profundo de nuestros corazones podamos servirle y amarle como auténticos discípulos misioneros.

Carlos A. Rivera Cortés

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