Un padrino es el artesano del corazón de un ahijado. Un momento muy puntual para hablar de una renovación pastoral de nuestro camino pastoral es la vivencia del sacramento de la Confirmación. Constantemente a manera cíclica se vive en diferentes parroquias este gran momento. Hablar del padrino de este sacramento como “artesano del corazón del ahijado” es plantearse la profunda responsabilidad que la Iglesia guarda en si misma al velar por el continuo acompañamiento de la vida de sus hijos. Es plantearse con esperanza la vida espiritual de sus comunidades. No porque el padrino tenga algún protagonismo desmedido sino porque se hace presente en las mismas comunidades. Qué alegría ver cómo crecen los nuevos adultos en la fe.
El 9 de junio, en la parroquia San Miguel Arcángel, 115 jóvenes y adultos vivieron este momento junto al Obispo, Monseñor Eusebio Ramos Morales. Una eucaristía de comunión, entrega y vida pastoral. Existía un ambiente de alegría regocijo y deseo de “estar” con el Señor.
¿Qué tiene de característico este momento?
Este grupo de personas que realizó el Sacramento este día lograron encarnar su misión en acciones concretas en medio de sus comunidades: deportes, estudios, trabajo social, compañerismo, solidaridad, luchas sociales, en fin, hicieron presente su misión en todos los lugares que tuvieron la oportunidad. Renovar sus corazones puede ser la clave para alcanzar los nuevos escenarios de la evangelización:
1. Inserción en la vida estudiantil de los jóvenes y niños.
2. Aacompañamiento laboral de los empleados.
3. Los encuentros ecuménicos en los grupos por afinidad.
4. La predicación por modelaje en los escenarios deportivos de las comunidades.
5. La formación del concepto “proceso evangelizador”.
6. La aceptación de las personas neófitas en el caminar normal de la Iglesia.
Emprendieron un trabajo duro post huracán María y establecieron cursos intensivos para dar vida a una verdadera formación de vida integral en la fe y en la misión del cristiano. Fue un levantarse en la misión y el seguimiento de Jesús.
Una Iglesia que vive desde la esperanza y trabajo unificador guardando las enseñanzas “siempre nuevas” de la evangelización se convierte en camino de santidad y compañía para sus hijos. Esta confirmación que estas 115 personas pudo vivir fue un dejarse enamorar por Jesús. Y levantar el corazón hacia un futuro comprometido y profundo con el acompañamiento de una comunidad que dijo presente.
Renovar el caminar pastoral en comenzar a crear espacios nuevos de evangelización en nuestros corazones para como una sola Iglesia encarnemos la realidad del Evangelio sin perder de perspectiva el caminar de Jesús y de la Iglesia. Es dejarnos construir por la renovación del corazón y optar con libertad por el Amor. Un joven que da la cara por Cristo es una semilla de esperanza que sale al mundo a evangelizar. Una de las cosas que pedía un joven al confirmarse era: “Que ya no sean espectadores, que no sean fanaticada y que bajen a la cancha a jugar. Que ya no se conformen con ver el juego por televisión, sino que se atrevan a venir a la cancha, el calor humano ningún televisor lo da”.
(P. Jose Ramón Figueoa Sáez )