“¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios? Por lo tanto, ustedes no se pertenecen, sino que han sido comprados, ¡y a qué precio! Glorifiquen entonces a Dios en sus cuerpos” (1 Cor 6, 19-20).

Durante siglos el cuerpo humano ha sido símbolo de inspiración especialmente en las artes. De igual modo, civilizaciones antiguas han dedicado gran parte de sus vidas a mantener una armonía espiritual. Y es que cuando de cuerpo y espíritu se trata, hay que tener presente que son dos en uno.

“Toda persona es una composición de dos elementos que es el cuerpo, la participación netamente humana y el alma, que es la parte que nos hace distintos al resto de la creación. No puedo dejar una detrás de la otra, desarrollar demasiado mi cuerpo, pero no conocer mi espíritu, es como si conociera bien los pies, pero nunca haber visto mi cara”, de esta forma lo describió fray Jimmy Casellas, OFM Cap., párroco de la Parr. San Antonio en Río Piedras.

Indicó que cuando se está espiritualmente bien, “es decir, existencialmente bien el resto de la persona estará en armonía”, y que cuando se prefiere educar y cuidar el cuerpo, pero se olvida el espíritu, “está olvidando la mitad de su existencia”. Bien lo expresa San Pablo en la Primera carta a los Corintios cuando alude al cuerpo como templo del Espíritu Santo, razón por la que hay que cuidarlo, cultivarlo y protegerlo.

De otro lado, el también Director de la Asociación Misionera Capuchina recordó como ejemplo, el templo de Jerusalén que además de conservar las tablas de la Ley, el concepto de templo en sí era sinónimo de perfección, fortaleza, resistencia, iluminación y emanación de todo lo positivo de Dios hacia la humanidad. Por lo que cuando Jesucristo entró y vio a los mercaderes se enfureció al ver que lo exterior estaba influenciando el interior, es decir, que la humanidad estaba opacando a Dios.

Al preguntársele de qué forma se puede velar por el espíritu para alcanzar un balance y crecimiento espiritual, respondió que principalmente está “la oración que es el diálogo íntimo con Dios, ese tú a tú con Dios es una de las mejores formas. A veces no tenemos mucho tiempo para orar, pero un momentito, aunque sea unos segundos, para Él es una eternidad. Recordemos que Jesucristo en más de una ocasión se iba solo al monte para orar y estabilizar su relación con el Padre”.

Continuó diciendo que también se deben tomar algunos momentos en la vida para hacer un retiro espiritual, “cuando uno está en retiro está mucho más íntimamente con el Señor”. Y tercero, sugirió tener momentos de diálogo con algún religioso, religiosa o director espiritual. Aseveró que, aunque son herramientas clásicas no dejan de ser efectivas.

En cuanto a por qué hoy día se prioriza la parte física sobre la espiritual explicó que “la historia de la humanidad se repite” y que a pesar de los grandes avances en la época griega, por ejemplo, estos “cayeron en un gravísimo error y fue idolatrar el cuerpo lo que se conoce como el antropocentrismo”.

Criticó que en la actualidad se está dando otro tipo de idolatría del cuerpo en el que mientras más perfecto, fornido o con unas curvas extraordinarias se supone que el ser humano esté más a gusto consigo mismo, pero a su vez es una esclavitud. “Se dan mucho más a lo que se puede ver, no a lo que es la persona en ese sentido. En estos tiempos estamos en la idolatría del cuerpo que no es lo mismo a cuidarlo”, detalló fray Jimmy.

Precisó que para lograr un balance entre lo espiritual y lo corporal se debe morir a la vanagloria, al egoísmo, a la vanidad y al materialismo que son cosas que ni favorecen el cuerpo ni el alma. “Si nos damos cuenta lo hemos vivido a raíz del huracán. Los días después hicieron unos calores que, desde el más rico hasta el más pobre, todo el mundo ‘apestaba igual’ y nadie se murió por eso, y tal vez pudimos entender mucho más que el espíritu es el que nos mantiene con calma”, recalcó.

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