Ya iniciamos el tiempo cuaresmal. En nuestra Diócesis de Caguas lo hemos denominado el camino de la contemplación considerándola como “actitud pastoral”. Se trata más que nada de los pasos que se dan en el discernimiento para poder elegir adecuadamente.
Luego de haber sido marcados con la ceniza e invitados a “Convertirnos y contemplar a Jesús, para que nos libere del miedo” (Miércoles de Ceniza) reconocemos la necesidad de “detenernos” para iniciar un nuevo camino (primer domingo). Dios mismo al crear al ser humano se detuvo y con sus manos le dio forma: tomó barro modelo y sopló (primera lectura). Ahí vemos la delicadeza de Dios para con la humanidad y la creación. El pecado aconteció como desorientación del proyecto de Dios. Por eso nos detenemos, para reorientar nuestra vida.
Con Jesús vamos al desierto para enfrentar nuestras tentaciones (Evangelio): todo aquello que puede nublar nuestra razón, desanimar nuestro espíritu, desalentar la voluntad. En el desierto reconocemos nuestras debilidades y dones para emprender un camino de conversión. El desierto nos hacer ver nuestra realidad. Por lo tanto, el punto de partida del camino de la contemplación es detenerse. Nuestras vidas van muy aceleradas y no nos permiten ver con claridad dónde estamos para seguir caminando. Si no sabemos dónde estamos, no sabemos hacia dónde ir.
Por eso, en el segundo domingo se nos invita a “mirar”. Eso es propiamente la contemplación: “mirada atenta”. Dios le pide a Abraham que mire las estrellas del cielo, así será su descendencia y le promete que le mostrará (hará ver) la tierra (primera lectura). El salmo del segundo domingo es una invocación de parte del orante: muéstrate bondadoso Señor… haznos ver que eres bueno y misericordioso.
Con Jesús vamos al monte tabor (Evangelio). Allí el Señor nos muestra su gloria. Pedro, Santiago y Juan son los privilegiados de la visión. Ver a Jesús transfigurarse es también ver su futuro.
En Cuaresma esta mirada atenta, no solo a la realidad que vivimos, sino además al futuro que anhelamos, es parte de la contemplación. Cada persona determina el camino a recorrer conforme a los objetivos que quiere alcanzar. A veces el futuro nos atemoriza, como le pasó a los discípulos en el monte, sin embargo Jesús nos levanta y nos invita a no tener miedo. En el camino de la contemplación es Dios quien nos ilumina por medio de su Hijo. Por eso nos invita a escucharlo.
Este regalo de gloria en el monte tabor animará la vida de los discípulos en adelante. Así también a nosotros. Continuemos caminando juntos para que al final de la Cuaresma podamos actuar conforme al Proyecto de Dios. La llegada del nuevo Obispo debe ser para todos nosotros ocasión de renovar nuestro camino pastoral y para ello necesitamos discernir hacia dónde queremos caminar. El espíritu nos ayude a detenernos y mirar atentamente para decidir conforme a la voluntad de Dios.
(Vicaría de Pastoral)