“La felicidad está más en dar que en recibir”, (Hech 20,35; Cfr. 2 Cor 9,7).
El ayuno, la oración y la limosna son los tres signos principales de la Cuaresma que inicio el 26 de febrero. Durante este tiempo de penitencia la Iglesia invita a los fieles a practicarlas, a modo de preparación para la fiesta de Pascua de Resurrección. A lo largo de todo este tiempo de penitencia, se reflexionará sobre cada una de ellas. Esta semana será sobre la limosna.
Relacionado a ella, en una homilía al inicio de su pontificado, el Papa Francisco explicó el origen de la palabra. “El término limosna se deriva del griego y significa precisamente misericordia. A su vez, compartió que “la limosna, debería traer consigo toda la riqueza de la misericordia. Y como la misericordia tiene mil caminos, mil modalidades, así la limosna se expresa en tantos modos, para aliviar la dificultad de cuantos se encuentran en necesidad”.
Del mismo modo, destacó que el deber de la limosna es muy antiguo. Recordó que “el sacrificio y la limosna eran dos deberes que una persona religiosa debía cumplir. Existen páginas importantes en el Antiguo Testamento, donde Dios exige una atención particular por los pobres que, de tanto en tanto, eran los que no poseían nada, los extranjeros, los huérfanos y las viudas”.
Continuó diciendo que en la Biblia este es un estribillo continuo: El necesitado, la viuda, el extranjero, el forastero, el huérfano. Es un estribillo. Porque Dios quiere que su pueblo mire a estos hermanos nuestros. Pero, yo diré que están al centro del mensaje: Alabar a Dios con el sacrificio y alabar a Dios con la limosna. […] Esto significa que la caridad exige, sobre todo, una actitud de alegría interior. Ofrecer misericordia no puede ser un peso o un fastidio para liberarse a prisa…
De otro lado, Mons. Bruno Forte, miembro de la Comisión de Teología Internacional, relacionado a la limosna, sostuvo que “lejos de ser solo un gesto de dar, la limosna es una actitud del corazón. Es un corazón humilde, arrepentido, misericordioso, compasivo, que busca reproducir en las relaciones con los demás la experiencia de misericordia que cada uno de nosotros vive en la relación con Dios”.
Por ello enfatizó que la limosna “es atención, es concretar, es discernimiento, es don. Todas ellas dimensiones que han sido experimentadas por el creyente cuando contempla el amor de Dios que le acoge y le perdona”.
Por su parte, en el portal Catholic.net se establece que la limosna es: Compartir los bienes con los más pobres. Reiterando que no debe ser un aporte de lo que sobra sino un acto de amor hecho de corazón, un compartir que mueve a la renuncia y al sacrificio. Todo viene de Dios como don porque toda la vida debe convertirse en una dádiva de amor en imitación a Cristo.
En el mismo portal, se explica que la limosna que se entrega a los necesitados no se limita necesariamente al dinero o alimentos. Esto porque hay muchas personas necesitadas no de cosas materiales, sino de compartir, acompañamiento, consejo o simplemente alguien que los escuche. Por ende, hacer algunas de estas acciones puede catalogarse como limosna.
De otro lado, detalla que algunas personas que tienen buenas intenciones de dar limosna a los necesitados, como por ejemplo a los que piden en los semáforos, a veces se privan de hacerlo pensando que usarán el dinero para comprar drogas y no para comida o algo de provecho. No obstante, Catholic.net aclara que se pueden buscar organizaciones o fundaciones que administran el dinero para cubrir las necesidades esenciales de alimento y ropa. También, precisa que si bien la acción de la limosna cumple su finalidad cuando el bien que se comparte ayuda al prójimo a mejorar su condición, no es responsabilidad del donante, lo que haga con ese dinero quien los reciba. ■
Camille Rodríguez Báez
Twitter: @CamilleRodz_EV
c.rodriguez@elvisitantepr.com