Un camino rodeado de bambúas, levemente iluminado por las luces de los postes me dirigió hasta una casa de color blanco donde la Hna. Nancy Negrón, superiora de las Hermanas Misioneras del Buen Pastor esperaba a la entrada.
Con un cálido recibimiento me guió a través del pasillo donde a ambos lados están las habitaciones de las hermanas que forman la comunidad de Betania y al final la pequeña capilla. Varias sillas frente al Santísimo fueron ocupadas por las religiosas que llegada las 6:00 de la mañana poco a poco salieron de sus cuartos para iniciar los laudes (oración de la mañana).
Concluidos los rezos, para la celebración de la misa (que se celebra diariamente a las 7:00 a.m.), pasamos al comedor donde algunas se apresuraron a tomar el desayuno para iniciar las labores del día. Mientras otras, disponiendo de tiempo, lo prepararon calmadamente a la vez que conversaban.
Después de comer, junto con la Hna. Nancy, psicóloga de profesión, fuimos al Centro Buen Pastor -casa de retiro y sede de la congregación que ubica en los predios- para buscar a la Hna. Carmen Delia que cada semana la acompaña a CASSE (Centro Acompañamiento Sico Social Espiritual) en Caguas; donde brindan talleres y capacitación humano-espiritual al público en general de forma gratuita.
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Una vez en la oficina, sin perder tiempo la también directora ejecutiva del programa verificó los expedientes de sus pacientes, mientras revisó con la coordinadora Ana Hilda los temas pendientes y la agenda de personas citadas. A las 8:35 a.m. llegó su primer paciente al que recibieron con café y luego pasaron a la sesión a puerta cerrada.
Por su parte, la Hna. Carmen Delia hizo algunas llamadas y apuntes.
Luego de hora y media, se abrió la puerta donde doctora y paciente se despidieron mutuamente. Con dos citas canceladas, las hermanas decidieron visitar la casa de formación en Caguas, que reabrieron tras 7 años de clausurada gracias a la llegada de vocaciones.
Tras varias paradas, un camino estrecho con curvas y cuestas nos llevó a la residencia de dos niveles donde vivirán durante 1 año la nueva postulante junto con las Hnas. Adelaida y Leonor, que serán su maestra y acompañante respectivamente. Asimismo, en fines de semana intercalados recibirán la visita de las aspirantes.
Una preparaba la comida y la otra recogía el cuarto, a la vez que atendían a los empleados que daban los detalles finales a la residencia. Después de conocer cómo iba el proceso, con lista de materiales en mano, las visitantes se despidieron para continuar su día.
Mientras tanto, en horas de la tarde el Centro parece presenciar una colonia de hormigas ante la diversidad de labores que se realizan. En la cocina la Hna. Polonia y su ayudante terminaban de fregar, luego de haber preparado y servido el almuerzo a un grupo que participaba de un taller. En el vivero se apreciaba a la Hna. Toñita atendiendo las plantas y preparando el área para el festival de pascuas que se aproxima.
A las 4:40 p.m. en el extremo derecho del primer nivel, la comunidad de las hermanas mayores a cargo de las Hnas. Carmen Ivette y Mariana, inició las vísperas con las que cerraron la espiritualidad del día. Al terminar, pasaron a la sala a ver televisión, al comedor para tomar una merienda o a sus cuartos para una siesta.
Al subir las escaleras, entre la sala, la cocina y el comedor estaba la otra comunidad que después de un largo día, dedicaba un tiempo para recrearse y compartir entre sí.
De vuelta a Betania, hacía unas horas la Hna. Widalys había llegado de dar clases en la universidad donde enseña historia del arte, humanidades y economía de Puerto Rico. Antes de culminar su día, junto con la Hna. Noemí decidió visitar a su abuela que tiene Alzheimer y está encamada. Entrada la noche, de regreso a la casa se prepararon para cuadrar la agenda del próximo día.
Conscientes de que su jornada siempre es distinta, estas religiosas aseguran que el objetivo es vivir su vocación en comunión con la Santísima Trinidad y seguir a Jesús Buen Pastor como modelo.
Mañana será otra historia.
