Al celebrar la Pascua y con Palabras del Papa Francisco en la exhortación a los Jóvenes y al Pueblo de Dios, afirmo y proclamo lleno de alegría: ¡EL VIVE!
¡Él vive! Hay que volver a recordarlo con frecuencia, porque corremos el riesgo de tomar a Jesucristo sólo como un buen ejemplo del pasado, como un recuerdo, como alguien que nos salvó hace dos mil años. Eso no nos serviría de nada, nos dejaría iguales, eso no nos liberaría. El que nos llena con su gracia, el que nos libera, el que nos transforma, el que nos sana y nos consuela es alguien que vive. Es Cristo resucitado, lleno de vitalidad sobrenatural, vestido de infinita luz. Por eso decía san Pablo: «Si Cristo no resucitó vana es la fe de ustedes» (1 Co 15,17).
Si Él vive, entonces sí podrá estar presente en tu vida, en cada momento, para llenarlo de luz. Así no habrá nunca más soledad ni abandono. Aunque todos se vayan Él estará, tal como lo prometió: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Él lo llena todo con su presencia invisible, y donde vayas te estará esperando. Porque Él no sólo vino, sino que viene y seguirá viniendo cada día para invitarte a caminar hacia un horizonte siempre nuevo.
Contempla a Jesús feliz, desbordante de gozo. Alégrate con tu Amigo que triunfó. Mataron al santo, al justo, al inocente, pero Él venció. El mal no tiene la última palabra. En tu vida el mal tampoco tendrá la última palabra, porque tu Amigo que te ama quiere triunfar en ti. Tu salvador vive.
Si Él vive eso es una garantía de que el bien puede hacerse camino en nuestra vida, y de que nuestros cansancios servirán para algo. Entonces podemos abandonar los lamentos y mirar para adelante, porque con Él siempre se puede. Esa es la seguridad que tenemos. Jesús es el eterno viviente. Aferrados a Él viviremos y atravesaremos todas las formas de muerte y de violencia que acechan en el camino.
No lo olvides; ¡CRISTO VIVE Y TE QUIERE VIVO!
¡Santa Pascua!
Padre Obispo Rubén González
Obispo de Ponce