En la primera lectura, Isaías convoca a todos los pueblos de la Tierra al encuentro del Señor, que llega a un Judá y a un Israel listos para recibirlo.

En la Carta a los Romanos, San Pablo nos advierte que tenemos que habernos despojado de todo lo que es pecado, para revestirnos de ese Dios que viene.

Comenzando ahora nuestra reflexión del Evangelio de San Mateo, Jesucristo nos dice que tenemos que estar preparados todo tiempo porque el día menos pensado, Él va a venir.

El título de este artículo se parece a una de las arengas de Yive Ávila, que se la pasaba anunciando que Cristo viene. Cualquiera diría que la Iglesia no está consciente de esto, olvidando que, en todas las misas, la proclamación de la Consagración del Pan y el Vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo es: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús”.  Cada vez que celebramos la Santa Misa, no solamente estamos conscientes de que Jesucristo venga, sino que imploramos que su venida sea pronta, que su Reino se establezca definitivamente y que la Iglesia por fin pueda participar de las bodas del Cordero. Lo que pasa es que la Iglesia no hace énfasis en que Cristo va a venir, sino que el énfasis es que en el hoy sé un verdadero cristiano para que, si Cristo viene hoy, te reconozca como uno de los suyos.

Isaías es el profeta del retorno del pueblo de Israel, del destierro de Babilonia, a la vuelta a la ciudad santa de Jerusalén, para ser reconstruida.  En este regreso, Isaías invita a todos los pueblos del mundo a que vengan a participar de la bendición de este Dios que convoca a su pueblo, para bendecirlo abundantemente. La venida del Señor no es momento de terror, sino de alegría y júbilo. Eso sí, nos advierte San Pablo que, para poder recibir al Señor, tenemos que estar preparados y a la altura del momento, libres del pecado y revestidos de gracia. A Dios no lo podemos recibir mal vestidos, sino con el vestido de bodas, el vestido de gracia.

Nuestro Señor Jesucristo habla del Juicio Final y de su retorno al final de su ministerio. Una vez que Jesucristo ya ha entrado de manera triunfal a Jerusalén, de lo último que predica, a manera de despedida, es sobre el Juicio. Básicamente, lo que Jesucristo está diciendo es “Mi gente, me voy, pero voy a volver a recoger a los míos, bye bye. Y, a lo que yo llego, pórtense bien y prediquen mi Evangelio para que sean muchos los que me conozcan y me amen”. Y, de eso se trata la existencia de la Iglesia, la de predicar el Evangelio y de preparar a la gente a la próxima venida de Nuestro Señor Jesucristo. Cuando Cristo venga, ¿estarás preparado?

Padre Rafael Méndez Hernández, Ph.D.

Para El Visitante

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