Estaba enfermo y me visitaste, (Ref. Mt 25, 36).
Madre Soledad Sanjurjo nació en Arecibo en 1892. Tuvo una niñez muy dura y vivió en una casa de niñas huérfanas a cargo de las Siervas de María. A su mayoría de edad ingresa a la congregación, profesó y fue destinada a Cuba. Desde entonces, su labor en favor de los enfermos se destacó en suelo antillano: en Cuba, República Dominicana y Puerto Rico. Falleció en olor a santidad el 23 de abril de 1973 en San Juan.
Sor Elvira Pérez Pérez, Vicaria General de las Siervas de María, explicó que Madre Soledad “es un referente a seguir” para las siervas. No solo vivió el carisma de cuidar y acompañar los enfermos de manera prominente, sino que gastó su vida por impulsar este llamado evangélico y por liderar la congregación en tiempos de grandes retos.
Fue la primera Superiora Provincial no española de Puerto Rico y la primera superiora provincial puertorriqueña de Provincia de las Antillas.
“Siempre ha sido un referente para mí. Hizo grandes logros. Fundó las tres primeras casas en República Dominicana y el noviciado de Ponce. Logró los estudios profesionales de las hermanas como enfermeras. Le tocó el proceso de la revolución cubana, cuando muchas hermanas tuvieron que salir de Cuba”, destacó Madre Elvira.
“Le debo una gracia muy grande…”
Madre Elvira reveló que cuando iba a comenzar como Superiora Provincial hace varios años le surgió una condición en la glándula tiroidea. “Me llegó el nombramiento cuando había una cirugía de por medio. Habían unas células sospechosas y el médico me dijo: hay que operar ya. El día de la cirugía me encomendé a ella. Le dije: La Congregación me está pidiendo este servicio. Madre, si de verdad es lo que Dios quiere para mí, ayúdame. El médico pensaba que era cáncer, pero para su sorpresa no fue así”, relató.
¿Madre Soledad llegará a los altares?
Alegre y confiada dijo: “Creo que sí”. Explicó que la causa se encuentra en la etapa de investigación a la espera de un milagro comprobable. “No obstante, hay muchas gracias. Notamos que la gente le tiene devoción y se encomiendan a ella. Seguimos impulsando su causa. Pero por falta de documentos previos no hemos podido presentar un milagro”, dijo Madre Elvira que define este tiempo como de “feliz espera”.
Enrique I. López López
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