(Declaración contra el traslado de confinados)
La Iglesia Católica que peregrina en Puerto Rico, a través de la Comisión Nacional de Pastoral Penitenciaria (CNPP), familiares y amigos de los Confinados, conscientes de la necesidad de una reforma profunda del Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR), que incluye un estudio sosegado y multisectorial de nuestro Sistema de Justicia, rechaza categóricamente el plan del DCR de trasladar a confinados del País a instituciones carcelarias privadas en territorio continental.
No negamos que la reforma profunda al DCR incluye también el aspecto económico, pero el mismo no puede ser el único ni el más importante criterio para su realización. En efecto, las diversas Organizaciones, que hemos levantado la voz en contra del plan propuesto, nos ponemos a disposición del DCR para acompañar al mismo, desde nuestras capacidades y competencias, a diseñar un plan integral que impulse que los programas ya establecidos por el mismo DCR, alcancen su objetivo primordial; la rehabilitación de la población penal.
Este proceso de rehabilitación, muchas veces estudiado, no alcanza su maduración debido a una falla sistémica en nuestro ordenamiento jurídico, que provoca que el confinado que ha pasado por un proceso de cárcel, reincida.
En el proceso de rehabilitación las relaciones humanas (familia, amistades, etc.), son piedra angular en el mismo. Lo sabemos desde nuestra realidad y experiencia pastoral. En el proceso de traslado, el confinado no es el único afectado, sino los hijos de estos y quienes mantienen un vínculo afectivo con ellos.
Urgimos al Gobierno de Puerto Rico a escuchar, a abrirse a la colaboración que deseamos prestar, de tantas Organizaciones que volvemos a recordar que “trasladar confinados solo coloca un parche sobre un problema social que como País no hemos atendido adecuadamente durante décadas” (Declaración del Colegio de Profesionales de Trabajo Social de Puerto Rico).
Un Sistema Judicial, Penal, que integra en sí y busca preservar la dignidad de la víctima y del agresor, nunca considerará el factor económico como uno determinante. No debería existir un Sistema Correccional para otra cosa que no sea reconstruir el tejido social que se rompe con la violencia y el crimen.
Recordamos las palabras del Papa Francisco, dirigidas en un Centro de Reclusión en México: “La misericordia nos recuerda que la reinserción no comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza «afuera», en las calles de la ciudad. La reinserción o rehabilitación, -como le llamen- comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en las escuelas, en las plazas, en las calles, en los hogares, en todo el espectro social. Un sistema de salud social que procure generar una cultura que actúe y busque prevenir aquellas situaciones, aquellos caminos que terminan lastimando y deteriorando el tejido social”.
Urgimos a todos los católicos y hombres de buena voluntad a que con fuerza hagamos escuchar nuestra voz contra esta problemática, cuya respuesta propuesta por el Gobierno, no hará sino profundizar una herida más en nuestra sociedad, ya vulnerada.
Que las palabras del Papa Francisco nos ayuden a buscar vías de solución a nuestra crisis fiscal teniendo como norte la dignidad humana de cada uno de aquellos que vivimos en esta bendita Tierra, particularmente de aquellos que se encuentran marginados y excluidos, recordando siempre que reclusión no es sinónimo de exclusión.
16 de mayo de 2018
Ponce, P.R.