Los sacerdotes diocesanos de Mayagüez realizamos nuestros ejercicios anuales del 14 al 18 de noviembre en Casa Manresa de Aibonito. Dirigió esta jornada P. Félix Del Valle de la Arquidiócesis de Toledo, Primada de España. P. Félix es director espiritual del Seminario San Ildefonso de esa ciudad. Compartimos algunos puntos de sus reflexiones.

En su intensa presentación el Director nos expuso que la vida sacerdotal es una en un continuo proceso de conversión. El camino a la santidad es el camino de la conversión continua.

La conversión es un cambio de principios. Es dejar de ser movidos por la carne para ser movidos por el Espíritu Santo. Nuestro obrar no basta que sea bueno, ha de ser movido por el Espíritu.

Nuestro drama, el de todo cristiano, puede ser olvidarnos del amor primero. Convertirnos es volver al amor primero. Lo único que detiene la acción de Dios en nosotros en no esperar nada de Él. El fervor es la respuesta de los santos al llamado de Dios. Hemos de seguir el modelo pastoral de San Juan María Vianney, unir santidad de la vida y santidad sacerdotal. La primera tarea es orar.
Jesucristo es el centro. Es quien viene a vivir en nosotros, es el principio de nuestra vida. El deseo de Jesús es vivir en nosotros y en todos para compartir su vida. Es falta de fe no reconocer su presencia en nosotros (Carta de San Ignacio de Antioquía a la Iglesia de Éfeso). Esta presencia de Jesús en nosotros debe ser contemplada: “Sin mí no pueden hacer nada”, (Jn 15).

La oración es participación en la oración de Cristo. Dedica mucho tiempo a la oración, a intimar con el Padre. Santo Tomás de Aquino indica que es para darnos ejemplo. Es el modo de vida que quiere infundir viviendo en nosotros.

Siguiendo el moldeo orante de Jesús contemplamos que en primer lugar orar es dar gracias. Es la actitud principal del Hijo amado ante el Padre. Da gracias por la vida que recibe del Padre y porque le permite ser fuente de vida. La acción de gracias es lo primordial en la oración.

Jesús alaba. La alabanza es la complacencia en el Padre. Una religiosa lega respondió a San Juan de la Cruz cuando este le pregunta qué es la oración: Mirar la hermosura de Dios y gozar de que Él la tenga.

En tercer lugar la oración es petición. Intercede por nosotros ante el Padre. Jesús se ofrece al Padre, se entrega. La oración es conciencia de pertenecer al Padre. Es situarnos en el umbral de la eternidad poniéndonos en manos de Dios. Rezar es poner la vida en manos de Dios porque le pertenece.

Jesús se define a sí mismo desde la humildad. Es el humilde de corazón. Nos pide ser como Él y tendremos descanso. Sin humildad no puede haber vida espiritual. De la humildad, del suelo, viene la fecundidad.
Vivimos estas y otras consideraciones ante su presencia. Imploramos que nuestros fieles oren siempre por nuestra santidad sacerdotal para que podamos servirles siendo imágenes del Buen Pastor.

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