El Santo Padre, Papa Francisco, en un gesto de cercanía con el sufrimiento del pueblo puertorriqueño tras el reciente paso de los huracanes Irma y María, encomendó al Cardenal Blase Cupich, Arzobispo de Chicago y Canciller de Catholic Extension Society viajar a Borinquen en visita fraternal previo a la Navidad. La misión del enviado papal se cumplió del 3 al 6 de diciembre en varios recorridos por las seis Diócesis, junto a los Obispos.
En su travesía por el litoral costero, las montañas, los valles y las zonas urbanas alrededor de la Isla, pudo apreciar la devastación a la propiedad que aún permanece, los esfuerzos que se realizan por normalizar el País y el dolor en el rostro de los damnificados, en aquellos que lo perdieron todo. Su mensaje fue claro, los puertorriqueños están en el corazón del Papa Francisco. Cabe destacar, que la visita apostólica fue coordinada con la Conferencia Episcopal Puertorriqueña y el Delegado Apostólico para Puerto Rico.
El enviado del Papa Francisco, en entrevista con El Visitante, describió su viaje como una visita fraterna, “como un hermano que necesita aprender de sus otros hermanos”. En cada Diócesis el Prelado pudo apreciar, palpar y sentir la realidad que se vive en las áreas afectadas, guiado por el Obispo.
“Para mí, fue una experiencia muy exitosa, porque los Obispos fueron muy abiertos con su experiencia y pude aprender mucho. Esto precisamente fue lo que me encomendó el Santo Padre, que escuchara y que prestara atención a las preocupaciones de los Obispos, para que le pudiera proveer una imagen más robusta de lo que pasa en P.R. Pero a la vez, dejarles saber a los Obispos, que su hermano -el sucesor de Pedro- está muy cerca de ellos y de su pueblo”, detalló el Cardenal Cupich.
Sobre el sentir del Papa Francisco sobre la situación que acontece en la Isla, especificó: “Tiene las preocupaciones del pueblo puertorriqueño en su corazón. No solo por su sufrimiento, sino porque Él reconoce que, como una isla pequeña, tienen recursos limitados y necesitan asistencia. Los huracanes no solo fueron en algunas áreas, sino en todas las áreas”.
Así como el huracán María cruzó a Puerto Rico de lado a lado, el Papa Francisco le encomendó recorrer las seis Diócesis, de esquina a esquina para llevar de alguna forma el consuelo y la asistencia necesaria al pueblo puertorriqueño. “El Santo Padre quería que de la misma manera que el huracán cubrió la isla entera, yo recorriera la isla entera. Estuve t3 días, viajando por cada una de las diócesis y vi de primera mano lo que sucedió”, detalló el Prelado sobre la extenuante y a la vez impresionante misión.
Conmovido e impresionado por la experiencia reafirmó que una de sus prioridades, en medio de tanta destrucción que pudo apreciar, fue ser emisario y comunicador de la esperanza; ser un facilitador de la sanación para tantos con la que pudo compartir en apenas cuatro días. En ese tiempo pudo sentirse abrazado por Puerto Rico.
Sobre la ardua labor que realizan diversas organizaciones católicas, diócesis y parroquias, la respuesta humanitaria y los esfuerzos que se realizan por la Iglesia en EE. UU. y en el mundo, comentó estar muy complacido y urgió a estas organizaciones a acompañar en este proceso de recuperación que tardará años.
“Estoy muy orgulloso de Catholic Extension Society -radicado en Chicago-, Catholic Charities of USA -también de Chicago y otros lugares- y nuestras propias diócesis y parroquias que han ayudado en este proceso. Mi visita va a ser una oportunidad para poder llevar el mensaje de que tiene que hacerse más. No se debe pensar que esto es solo un momento para donar algo y olvidarse de Puerto Rico. Van a tomar muchos años para que la reconstrucción termine, pero necesitamos acompañar al pueblo y la Iglesia por varios a años”, señaló.
Ante la interrogante de qué recuerdos se lleva consigo, contestó: “Como le comenté al pueblo ayer (5 de diciembre), en la visita de Punta Santiago -Humacao-, he sido testigo, de una manera única, de un pueblo puertorriqueño que es resiliente, ingenioso y a la misma vez, llenos de alegría y generosidad. Esto siempre se quedará conmigo”.
El enviado del Papa quiso enviar un mensaje esperanzador a los puertorriqueños en tiempo de Adviento, previo a la conmemoración del acontecimiento de la Navidad. En breves palabras invitó a encontrar el rostro de Cristo y la esperanza de su venida en medio de la crisis.
“La temporada del Adviento es un momento para que podamos entender que Cristo siempre está de camino; es aquel que viene, quien siempre está con nosotros y nunca deberíamos pensar que hay un momento en nuestra vida que Cristo no viene de camino. Mi esperanza es que el pueblo puertorriqueño vea que aun en el medio de tanta tragedia y sufrimiento, Cristo vendrá en nuevas maneras. Puede ser a través de la mano de un voluntario, de una organización o quizás a través de la generosidad de compartir los unos con los otros. Es buscar las maneras nuevas en las que Cristo se revela en este Adviento”, concluyó el Cardenal Cupich.
Al final de su recorrido, previo a su retorno a Chicago, el Prelado sostuvo una reunión con el Delegado Apostólico para Puerto Rico y la Conferencia Episcopal Puertorriqueña.