Aunque de pequeño quería ser astronauta, llegar a la luna y conocer el espacio, tuvo que conformarse con el cielo, pasar una que otra vez entre las nubes y tocar el arcoíris. Ese fue el rumbo que tomó la vida de Alberto Alvarado, piloto de profesión y padre de 3 niñas que conversó con El Visitante sobre su trabajo y su paternidad en el marco del Día de los Padres que se celebró el pasado 17 de junio.
Alberto, natural de Canóvanas, precisó que cada vez que tiene que irse a cumplir sus compromisos profesionales como piloto de una línea comercial, que lo mantienen alejado de su casa por varios días, resiente separarse de sus hijas y esposa. Este joven de 32 años tiene tres hijas; de 16 y 3 años y una bebé de 8 meses. A pesar de que la mayor, es su hijastra no existe diferencia entre ellas. Afirmó que una vez llega a casa luego de estar cuatro días fuera, porque su aeropuerto base está en Nueva York, se quita el sombrero de piloto para colocarse el de papá y esposo.
“Trato de colaborar con mi esposa, hago los desayunos y ayudo con las nenas porque ella se encarga de cuidarlas cuando no estoy. Afortunadamente estamos en el Siglo 21 y contamos con las videollamadas. Por eso creo que por lo menos las más pequeñas no sienten mucho la distancia porque hablo con ellas todos los días”, indicó. Continuó diciendo que “el día que llego, la de 3 años corre hacia mí y me da apretones y quiere hacer en un momento todas las cosas que hago con ella cuando estoy en casa, todas a la vez, en la primera hora de mi llegada. Para mí, ese es un indicativo de que me extrañó”.
Sobre su rol como piloto, admitió que apenas lleva 4 meses trabajando en una aerolínea comercial, pero que desde que se graduó en el 2013 laboró en otras aerolíneas pequeñas. Relató que inició sus clases de aviación en el 2006. No obstante, reconoció que es una carrera complicada y costosa porque a pesar de que hay ayudas económicas estas solo cubren un 10 % de los gastos, por lo que tuvo que recurrir a préstamos estudiantiles para completar su bachillerato.
Como dato curioso explicó que contrario a los automóviles, que una vez tienes la licencia puedes guiar cualquier carro, con los aviones no es así, porque cada uno tiene sus particularidades. “Se requiere un adiestramiento especial para volar cada tipo de avión. Hay botones, palancas, fusibles, en fin, todo es diferente”, dijo quien junto a su familia asiste a la parroquia Nuestra Señora del Pilar de Canóvanas.
De otro lado, el piloto de aviones E190 que tiene capacidad para 100 pasajeros y que realiza vuelos domésticos (Estados Unidos), mencionó que como todo piloto ha pasado varios sustos en el aire. Recordó que en una ocasión estaba piloteando un avión pequeño, de los que no tienen una puerta o cabina que separe al piloto de los pasajeros. Luego del despegue se percató que tenía poca presión hidráulica, lo que indicaba que había perdido el líquido hidráulico, que es el que permite bajar las gomas antes de aterrizar.
“Cuando me estoy acercando al aeropuerto pensé si no tengo presión hidráulica las gomas no van a bajar. Llamé a la torre de control y comencé a realizar una serie de procedimientos. Efectivamente, cuando intenté bajar las gomas no bajaron. Demás está decir que los nervios estaban de punta. Sabía que tenía que cuidar mis reacciones porque si me pongo las manos en la cabeza o digo algo (los pasajeros) se asustarían. Hice lo que me enseñaron y con un tanque de nitrógeno que tiene el avión, para casos de emergencia, la presión expulsó las gomas y aterrizamos sin problema y nadie se enteró del susto que pasé”, compartió.
Alberto aceptó que toma muy en serio su trabajo. “Cuando estoy en la cabina pienso wao todas estas personas me confiaron su vida a mí. Cuando salgo de la cabina, es gratificante escuchar que los pasajeros te digan: ‘Gracias, tremendo aterrizaje’. También, se escuchan los aplausos especialmente cuando se vuela a Puerto Rico”, dijo entre risas.
Por último, aunque este año pasará el Día de los Padres lejos de su familia pues le tocó trabajar, confía en que su esposa y sus hijas lo agasajarán tan pronto regrese a casa.