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Bienes privados y propiedad social

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La Doctrina Social de la Iglesia es firme defensora del derecho de las personas a poseer. El Papa León XIII, establece en su encíclica Rerum Novarum, que el hombre tiene, en justicia, el derecho inviolable de disfrutar del fruto de su trabajo. Se afirma claramente que no solo es lícito que el hombre posea cosas propias, “sino que es también necesario para la vida humana” (Rerum Novarum, 17). Sin embargo, este derecho a poseer y disfrutar no debe trastocar la perspectiva cristiana de los bienes.

La predicación de Jesús consistentemente recuerda que las riquezas no aprovechan nada para la felicidad eterna. Las parábolas del joven rico (Mateo 19, 16-24), del rico y Lázaro (Lc 16, 19-31) y la del rico insensato (Lc 12, 16-21), nos muestran que las riquezas pueden obstaculizarnos el lograr bienes mayores. En la encíclica Rerum Novarum (17), se afirma: “…el hombre no debe considerar las cosas externas como propias, sino como comunes; es decir, de modo que las comparta fácilmente con otros en sus necesidades… ”. Este imperativo de caridad cristiana, se convierte también en un deber de justicia cuando existen necesidades extremas entre los miembros de la sociedad.

La actitud del cristiano ante los bienes se puede resumir, en que “todo el que ha recibido abundancia de bienes, sean estos del cuerpo y externos, sean del espíritu, los ha recibido para perfeccionamiento propio, y al mismo tiempo, para que, como ministro de la Providencia Divina los emplee en beneficio de los demás”, (RN,17). Es necesario, no solo la recta posesión del dinero, sino también hacer un uso recto de él. La riqueza no constituye un mal en sí mismo, más bien se ha de considerar como una bendición recibida de Dios, y porque es recibida de Dios y pertenece a Él, debe ser compartida con nuestros hermanos. La parábola del administrador astuto (Lc 16,1-13), nos da la perspectiva de lo que significa el uso recto del dinero: “Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el Cielo”. Aunque es reprobable la práctica del administrador de la parábola, Jesús elogia su sagacidad, esta consiste en reconocer que el dinero es un medio para un fin superior.

La propiedad también tiene una dimensión social, a parte de la privada. La Constitución Pastoral Gaudium etSpes (69), explica este sentido social de la propiedad: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y todos los pueblos, de modo que los bienes creados deben ser suficientes para todos, con equidad, de acuerdo con la regla de justicia, inseparable de la caridad”. La Doctrina Social de la Iglesia establece una nueva ética social fundamentada en el principio del destino universal de los bienes. Nos dice San Juan Pablo II, en la encíclica Populorum Progressio (33), que el principio del destino universal de los bienes precede a todos los derechos, incluídos los de propiedad y de libre comercio. Estos derechos no deben impedir, sino más bien facilitar que todas las personas tengan el acceso a los bienes, que sean necesarios para una vida digna y un desarrollo integral.

El principio del destino universal de los bienes es más evidente cuando hablamos de bienes que no son indivisibles, ni apropiables, como el ambiente, el agua, el clima. El Papa Francisco, en su encíclica Laudato Si’, nos insiste en la relevancia para el cristiano del tema ecológico, desde una perspectiva integral, que incluye no solo el tema del ambiente, sino que se orienta a promover el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia percepción (LS, 156). Nos dice el Papa Francisco, que solo mediante la toma de conciencia del destino universal de los bienes, se puede generar una auténtica solidaridad entre los pueblos, y así lograr el bien común, este es en última instancia el recto uso de los bienes. ■

Puede enviar sus comentarios a nuestro correo electrónico: casa.doctrinasocial@gmail.com

Nélida Hernández
Consejo de acción Social Arquidiocesano
Para El Visitante

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