Con motivo de la semana del apicultor puertorriqueño, El Visitante (EV) entrevistó al Rev. Jorge Quiñones, quien tiene a su cargo la dirección de la Federación de Apicultores Puertorriqueños Sustentables (FAPS) ubicada en Mayagüez, así como la Academia de Apicultura Tropical.

En el campo de la Sultana del Oeste, George como le llaman cariñosamente, ejerce la profesión de apicultor Master Bee Keeper. Desde su residencia también se encarga de la Academia donde adiestra a personas que necesitan trabajo o ideas de negocio que puedan desarrollar. Según dijo, allí los desertores escolares se encaminan a terminar la escuela y los adultos desplazados consiguen una forma de llevar las habichuelas a su hogar.

“Aquí se enseña la anatomía y la biología de la abeja, los productos derivados de la abeja africana y como parte del currículo se le enseña cómo hacer planes de negocios o propuestas para el Departamento de Agricultura para aquellas agencias que puedan servir de apoyo o financiamiento”, comentó.

A pesar de la importancia mundial de la abeja en el rol con la polinización, Quiñones señaló que en países como Estados Unidos la apicultura va en decadencia debido al desarrollo de pesticidas y alimentos transgénicos. Como resultado se desequilibra el balance natural de la abeja y por ende estas enferman o mueren. De otro lado, sostuvo que en Puerto Rico no ha existido una industria apícola con envergadura hasta ahora.

“En este momento las personas se están dando cuenta de que al tener un apiario (lugar donde se tienen varias colmenas y el apicultor es el facilitador) se puede levantar una economía como cualquier otra para sustentar la familia. Toma algo de trabajo, hay que sudar un poquito y aprender. La escuela te produce eso, además de que tenemos un grupo de mentores que ayudarán al individuo en la industria”, expresó.

Respecto a la miel, explicó que es un alimento no perecedero a menos que se le introduzca humedad. Esto debido a que el producto tiene un sistema químico entre fructosa y lactosa, por lo que a medida que se le añade humedad o calor cambia. Por ejemplo, si se le añade calor mayor de 80 grados perderá los nutrientes del alimento y no se podrá usar como medicina natural, aunque sí como endulzante.

En cuanto a la abeja africana, comentó que esta se ha adaptado al clima y al alimento. Asimismo, estas cuentan con un GPS natural en el que se dejan llevar por el sol. Esto le convierte en el único insecto que puede salir a las 12:00 del mediodía de su colmena y llegar a las 5:00 de la tarde sin extraviarse. George aclaró que quienes crían abejas deben comprender que el comportamiento de la abeja no es agresivo sino defensivo.

A pesar de su pequeñez, la organización de este insecto es sorprendente. Entre algunas de sus curiosidades el apicultor explicó que cuando la abeja obrera se encuentra a mitad de camino para llegar a su colmena, una abeja guardiana sale a su encuentro. Ambas rozan sus antenas (que usan para oler y para detectar el sabor), esta renueva el olor de la reina y cuando aterriza en la piquera (lugar por donde entran las abejas a la colmena) sabe que está en la caja correcta. De lo contrario, el error le costará la vida a la obrera, ya que una vez llegue a la colmena y vacié tanto el néctar como el polen la guardiana la detendrá a la salida y la matará.

De otro lado, cercano a la vivienda se encuentra el Apiario Casilda. Valiéndose de la vestimenta y herramientas necesarias, George mostró a EV varias de sus colmenas. Primeramente, roció un poco de humo particularmente en la piquera  lo que hace que la abeja baje y se tranquilice. Con sumo cuidado abrió las cajas y revisó cada uno de los cuadros donde cientos de abejas trabajaban arduamente en la creación de nuevos panales, cuido de las crías, producción de miel y almacenamiento de polen.

Para conocer más información sobre las abejas puede comunicarse con la FAPS al 787-218-2619.

 

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