Ángel de la guarda
mi dulce compañía
no me desampares
ni de noche ni de día.
Si tú me desamparas
que será de mí
Ángel de la guarda
ruega a Dios por mí.
Esa es una de las primeras oraciones que las familias les enseñan a sus hijos cuando son pequeños, pero una vez crecen, parece que se les olvida que el ángel no es un cuento que se le hace a los niños para que no tengan miedo a la oscuridad. Por el contrario, según el Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 336 establece que, desde su nacimiento hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida.
Ante esto se hace necesario encomendarse diariamente al ángel de la guarda para que guíe el camino a seguir. El Papa Francisco ha reflexionado en varias de sus homilías sobre la forma que el ángel de la guarda ayuda a cada uno. Hace 4 años el Obispo de Roma explicó que “Satanás presenta las cosas como si fueran buenas, pero su intención es la de destruir al hombre; y los ángeles luchan contra el demonio y nos defienden”.
El Pontífice reiteró en octubre de 2015 que para escuchar al ángel es necesaria la docilidad. “Pidamos al Señor la gracia de esta docilidad, de escuchar la voz de este compañero, de este embajador de Dios que está junto a nosotros en Su nombre, que nos sostiene con su ayuda”, pronunció en esa ocasión.
Asimismo, aconsejó respetar a los ángeles siempre porque son los encargados de aconsejar a cada uno en la acción a seguir, “el ángel de la guarda está siempre con nosotros y el Señor nos dice: ‘¡Ten respeto por su presencia! Escucha su voz, porque él nos aconseja’”.
También dijo que “nuestro ángel es un amigo que no vemos, pero que escuchamos”. Un amigo que un día “estará con nosotros en el Cielo, en la alegría eterna”.
Cómo ayudan los ángeles a las familias
Los ángeles traen a la familia la alegría del amor; y esto se debe a que la mayor alegría posible es la unión con Dios. Los ángeles ayudan a ver y alegrarse por el bien de cada uno de los miembros de la familia. Por lo tanto es recomendable no encerrarse en sí mismo o mantener relaciones por conveniencia. Alegrarse simplemente por el hecho de estar juntos y compartir.
Igualmente, estos santos son portadores de la luz de Dios para toda la familia. Dado que ellos contemplan el rostro de Dios están llenos de luz divina y quieren irradiarla, iluminando el hogar y sus miembros con esa luz. Para eso es necesario que la oren juntos porque al así hacerlo, todos sus miembros se alumbran. De esta forma unidos pueden vencer la oscuridad, desesperanza y tristeza.
A su vez los ángeles comunican la voluntad de Dios. Esto es posible porque el ángel de la guarda de cada uno de los integrantes de la familia le inspire una vocación a cada cual. Responder a ese llamado es parte del plan de Dios y esto redundará en felicidad y santificación.
Los ángeles como hermanos mayores se alegran del perdón que Dios ofrece a cada uno. Por eso ellos invitan a buscar la reconciliación no solo con Dios sino con todos los miembros de la familia.
Amoris Laetitia
En esta Exhortación Apostólica, el Santo Padre dedicó el segundo capítulo a los desafíos que enfrenta la familia en la actualidad. Entre ellos mencionó la falta de comunicación, el individualismo, el temor a la soledad, la renuncia al matrimonio, la convivencia, temor al compromiso permanente, nacimiento de niños fuera del matrimonio, abandono de adultos mayores, migración, familias enfermas por las drogas, alcohol y todo tipo de adicciones, entre otras.
A raíz de esto, el Sucesor de Pedro destacó que: “Doy gracias a Dios porque muchas familias, que están lejos de considerarse perfectas, viven en el amor, realizan su vocación y siguen adelante, aunque caigan muchas veces a lo largo del camino”.
Nota: Se hace indispensable aclarar que los arcángeles y los ángeles no se adoran. Esto ante las imágenes comercializadas y distorsionadas que se alejan de la misión bíblica y sana doctrina. El centro del mundo de los ángeles es la Santísima Trinidad porque solo a Dios pertenecen, sirven y de Dios son mensajeros. Como aclara y subraya Apocalipsis (22, 9) cuando el mismo San Juan se arrodilla frente al ángel, este le corrige: “No lo hagas, yo soy un servidor como tú. […] A Dios tienes que adorar”.
Camille Rodríguez Báez
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