¿Qué pasaría si pudiéramos ver cara a cara a Jesucristo? No me refiero al sudario o sabana santa de Turín o a una recreación virtual del rostro de Jesucristo generada por inteligencia artificial. Te pregunto y me pregunto: ¿Qué pasaría si como creyente y seguidor de Jesucristo tuviésemos un encuentro personal con el resucitado? Siento que como cristiano es uno de los anhelos más profundos, que se concretará de manera definitiva al final de esta peregrinación terrenal. Pero, tenemos un anticipo a nuestro favor. Jesús dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”, (Mt 28, 20).
Bien es cierto que Jesucristo decidió quedarse entre nosotros. Referencias bíblicas hay a granel. Determinó quedarse de una forma especial, no escondido, más bien a la espera en el camino. Es el amigo que aguarda por nosotros, que mira con ternura a lo lejos con el anhelo de que lo podamos reconocer y encontrar entre la multitud. Parece como incógnito porque la distancia, el ruido callejero y los pensamientos distorsionan. Al final, los sentidos no son infalibles. Pero el corazón no falla.
Pero la pregunta vuelve a hacer eco en mí. Es claro que Jesucristo está en la patria celestial y se revela especialmente en la Eucaristía que se celebra en la comunidad cristiana que es la parroquia y en las Sagradas Escrituras que son la Palabra. Dios también se revela en la creación, en la naturaleza. Jesús también se revela en el prójimo, especialmente en el que sufre, el caído, el que necesita… El Documento de Puebla (Cap.2) y el Aparecida (8.9) los llama “Los rostros sufrientes”. Son: los niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer; los jóvenes golpeados por las faltas de oportunidades; los indígenas marginados; los campesinos relegados; los obreros sin derechos; los desempleados; las personas sin techo; y los ancianos; entre otros…
De la misma manera, Jesucristo decidió quedarse especialmente presente en el misterio de la Eucaristía, fuente de la sinodalidad, de la misionariedad, de la misericordia, de la Verdad, de la paz, del perdón, de la esperanza y de la alegría. Este misterio se hace presente en la santa misa todos los días en Puerto Rico. Vuelvo a la pregunta y pienso en los que pueden y se privan del encuentro con la excusa de la misa en la pantalla.
Supongo que todo se trata de ese encuentro en mi camino y que me guíe para podernos encontrar cara a cara al final en su casa. ¿Qué harías tú?
Enrique I. López López
Twitter: @Enrique_LopezEV