Es cierto, doy paso y cambio el mundo. Se trata del tráfico. Una realidad de pies de plomo, mechas cortas y espacio común donde alguno diría erróneamente que es como el deporte y la política: “un lugar donde Dios no se mete”. La calle es un recinto donde la individualidad se enfrenta a la colectividad; donde ofrecemos lo que habita en el corazón para juntos dejar claro quiénes somos o cuáles valores manifestamos.
Es cierto, doy paso y cambio el mundo. Suelo transitar la carretera desde hace más de dos décadas como conductor. Y mis trayectos de tapón dan para más de un rosario con letanías. Ha sido un tiempo de conversión sistemática. Primero tomé la determinación de cambiar la injusticia por justicia y luego la justicia por la caridad. Esto para dar paso todas las veces que pueda con la intención férrea de poder ser un emisario de paz.
Es cierto, doy paso y cambio el mundo. ¿El resultado? Uno siembra y otro cosecha, dicta las Sagradas Escrituras. Aunque he sido testigo muchas veces de la gratitud del conductor que gana el espacio frontal y del gesto amable que tiene este con otro conductor como un eco adicional en la siguiente intersección.
Es cierto, doy paso y cambio el mundo. He aprendido que ese perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden aplica al tráfico. De hecho, la calle (y la acera) es donde se debe ejercitar la fe, esperanza y caridad con el peatón, el ciclista, el conductor, el camionero y que se aparezca. Porque no son carros agresivos o camiones desbocados, son personas, aunque la carcasa de metal puede crear la sensación de una muralla.
Es cierto, doy paso y cambio el mundo. Esta es mi afirmación y mensaje. ¿Qué pasaría si todos los fieles seguidores de Jesucristo nos uniéramos para hacer de la calle un espacio de fraternidad? Con el llamado a caminar juntos en sinodalidad -como llama la Iglesia Universal- y en ánimo misionero -como llama el CAM6 Puerto Rico 2024- podemos ser sal y luz de Dios en el bendito tapón y las calles para santificarlas solo con estampas y cruces en los cristales sino con el ejemplo. Solo nuestros actos serán la semilla que germina y produce muchos frutos. ¿Te animas y me acompañas a decir: doy paso y cambio el mundo? Pero, hay que decirlo sin palabras.
Enrique I. López López
Twitter: @Enrique_LopezEV