El amor es el corazón de la fe cristiana. Con esas palabras expresa el Papa Emérito Benedicto XVI, en su Carta Encíclica Deus Caritas Est (DCE), la centralidad del amor en la vida cristiana. Su intención en esta encíclica es “hablar del amor, del cual Dios nos colma, y que nosotros debemos comunicar a los demás”, (DCE, 1). Al comentar sobre la inseparable relación entre el amor a Dios y a los hermanos, nos instruye Benedicto XVI: “la afirmación del amor a Dios es en realidad una mentira, si el hombre se cierra al prójimo e incluso lo odia”, (DCE, 16).

Al hablar del amor que debemos a los demás, la doctrina cristiana no sólo se refiere a la caridad cristiana que nos mueve a ayudar al que carece de lo necesario para vivir. Esta, aunque necesaria, no es la manifestación total del amor a los demás. El amor cristiano al que somos invitados consiste en mirar a toda persona: “no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo”, (CDE, 18). Este amor se transforma en acción social que persiga la paz y la justicia en la Tierra. En este esfuerzo, la Iglesia Católica aporta su análisis de la realidad a la luz de la fe, a través de la Doctrina Social de la Iglesia.  

La Doctrina Social de la Iglesia surge de la comprensión de que la justicia es un compromiso necesario en servicio del amor a los demás. De ahí surgen  las Encíclicas Rerun Novarum (1891), Quadragesimo anno (1931), Mater et Magistra  (1961)Populorum Progressio (1967) y la Carta apostólica Octogesima Adveniens (1971). San Juan Pablo II redactó tres encíclicas sociales: Laborem Exercens (1981), Sollicitudo Rei Socialis (1987) y Centesimus Annus (1991). De estas enseñanzas se ha desarrollado una doctrina social católica, que se presenta de modo orgánico en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (2004)redactado por el Consejo Pontificio Justicia y Paz. Este analiza todos los cambios sociales, económicos y políticos y a partir de las enseñanzas de Jesús: “La doctrina social de la Iglesia se ha convertido en una indicación fundamental, que propone orientaciones válidas mucho más allá de sus confines: estas orientaciones —ante el avance del progreso— se han de afrontar en diálogo con todos los que se preocupan seriamente por el hombre y su mundo”, (DCE, 27).

El CDSI no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado. Tampoco quiere imponer a los que no comparten la fe sus propias perspectivas y modos de comportamiento. Pretende argumentar, desde la razón y el derecho natural, contribuir al quehacer social para que las estructuras sociales reconozcan el deber de justicia que nace del amor a los demás. Se presenta al servicio de los fieles cristianos para que éstos sean capaces de reconocer su responsabilidad por sus hermanos, comunidad, país y por toda la humanidad.

La Iglesia no pretende emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. Reconoce que el  deber de actuar en favor de un orden justo en la sociedad, corresponde a los fieles laicos. Tampoco puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, no puede afirmarse ni prosperar (Ref. DCE). La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No obstante, la Iglesia tiene un firme compromiso de trabajar por la justicia, esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien.

“El cristiano sabe que el amor es el motivo por el cual Dios entra en relación con el hombre. Es también el amor lo que El espera como respuesta del hombre. Por eso el amor es la forma más alta y más noble de los seres humanos entre sí. El amor debe animar, pues, todos los ámbitos de la vida humana, extendiéndose igualmente al orden internacional. Solo una humanidad en la que reine ‘la civilización del amor’ podrá gozar de una paz auténtica y verdadera, (S. Juan Pablo II, Mensaje ante la Jornada Mundial de la Paz, 2004).

Nélida Hernández

Consejo de Acción Social Arquidiocesano

casa.doctrinasocial@gmail.com

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