“Cuida tu corazón porque de él mana la vida” (Proverbios 4, 23). Desde siempre, el corazón se ha considerado como el órgano más importante del cuerpo humano. Sin embargo, el cerebro, que pudiera ser considerado como el otro órgano más importante del cuerpo y que posee todas las capacidades de desarrollar las emociones y los sentimientos, aún así popularmente no es considerado como el organismo capacitado para el amor, sino sólo el corazón. ¿Cuál es la razón principal del vínculo entre las emociones y los sentimientos con el corazón?
El cardiólogo y diácono de la Arquidiócesis de San Juan, el Dr. Iván José Lladó González expresó a El Visitante que se debe a que, “el corazón y la mente están bien conectados. Hay unas hormonas que están relacionadas al funcionamiento de las emociones, y que son las que se elevan cuando hay estrés, pensamientos negativos, que son la catecolamina, adrenalina, noradrenalina y el cortisol”. Es decir que, estas hormonas, cuando se estimulan por traumas físicos o mentales, se elevan y causan taquicardias, elevan el pulso, la presión, el azúcar en la sangre, produce falta de aire, etc.
“Somos – seres integrales – cuerpo, alma y espíritu, que no se pueden separar” y, por esta razón, cada una de las partes se relacionan entre sí. Es por eso por lo que, cuando la mente está demasiado ocupada y permanece por mucho tiempo con altos niveles de estrés, el cuerpo indica cansancio, se enferma. Asimismo, los ataques de pánico representan un peligro para el corazón y el sistema nervioso del ser humano. El doctor Lladó añadió que a “muchos de los pacientes – cardiacos –, además del tratamiento médico, hay que referirlos al psicólogo o al psiquiatra porque necesitan del especialista en salud mental”. Esto para que el paciente pueda trabajar todo su ser integral y le ayude a mejorar su salud cardiovascular al mismo tiempo. Adicional a esto, el cardiólogo siempre ha recomendado a sus pacientes que “acudan a sus respectivas iglesias” para recibir acompañamiento espiritual.
El Dr. Iván José Lladó González ha servido por muchos como cardiólogo en la zona metropolitana de la Isla, y actualmente sirve a Dios como diácono permanente en la Parroquia María Madre de la Misericordia de Guaynabo junto a Monseñor Leonardo Rodríguez Jimenes, párroco de la comunidad.
Como dato curioso, el Dr. Lladó no tan sólo atendía a sus pacientes en su clínica en Bayamón por problemas o enfermedades del corazón. Muchos pacientes acudían a su oficina para también recibir palabras de aliento y oración. ¿Por qué? Resulta que, desde sus experiencias personales vividas con Dios, el cardiólogo comenzó a convertir en hábito el compartir con sus pacientes y a dar testimonio de “lo que hemos visto y oído” (Hch 4, 20). Luego de más de 15 años como médico, su vida y la de su familia comenzó a cambiar tras un encuentro con Dios y con la Santísima Virgen María. Comenzó a tomar más en serio la vida de fe, a asistir diariamente a la Santa Misa, rezar el Santo Rosario y acudir a los sacramentos.
A partir de ese instante “sentí que debía cambiar la manera de cómo – atendía – a los pacientes. Sentí la necesidad de comenzar a escucharlos más, ofrecerles oración, tener más compasión. Y dije: yo quisiera ser un médico como Jesús, servir con amor”. En su oficina médica, que compartía con otros médicos, comenzó a hacer oración al inicio de cada día, de manera personal y junto a los pacientes. Aunque con miedo, la lectura de la palabra y la oración no faltaban cada día, y esto fue lo que dio a conocer cada vez más el servicio personalizado de este cardiólogo que llevaba su fe a su ambiente de trabajo e impactaba a los pacientes. Más que darles herramientas y verificar su sistema cardiaco, el doctor Lladó era un custodio del alma para sus pacientes. Su misión y objetivo no era solamente médico, sino también que sus pacientes regresaran a sus hogares con esperanza y palabras de aliento.
Por último, el doctor y diácono Iván Lladó expresó que la fe y el amor también son herramientas sanadoras tanto para el interior como para lo exterior del ser humano. Además, añadió que la oración, los sacramentos y la visita al Santísimo son igual de importantes que la nutrición, el ejercicio, las visitas al médico y la ayuda psicológica para mantener un corazón saludable y un espíritu en gracia con Dios. “Decía un catedrático de Harvard – llamado Benson – que «la fe en el tratamiento médico es maravillosamente terapéutico y exitoso. Si además de creer, tiene fe en una fuerza invencible e infalible como Dios, tiene un mayor poder de sanación. Es una creencia sumamente poderosa». […] El cuidado del alma es como el cuidado físico. La medicina – perfecta – es la palabra de Dios y la oración. El médico por excelencia es Jesús. Ese es el médico que yo quisiera ser. Yo exhorto que siempre comiencen su día con una oración y lo terminen con gratitud. Tengan un director espiritual, pero nunca se olviden que Dios los ama profundamente, y los seguirá amando y perdonando. La misericordia de Dios es infinita”.
Jorge L. Rodríguez Guzmán
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