Cuando de labrar la tierra se trata muchos suelen recordar las historias de antes y el afán que existía por la agricultura. Sin embargo, tal parece que la crisis económica del país más allá de tronchar los sueños ha sido sinónimo de reinvención. Así lo demuestran varios mercados agrícolas que se han establecido alrededor de la isla en los que cientos de agricultores mercadean sus productos frescos a buenos precios.

Tal es el caso de don Miguel Cora Peña, experimentado agricultor natural del pueblo de Arroyo, quien cree que el amor a la tierra parece ser parte de su existencia. Tanto así que trabaja la finca que heredó ubicada entre su pueblo natal y Patillas. “Estoy intentando ser agricultor desde que nací. Desde más o menos los 5 o 6 años empezamos a bregar con la tierra”, confesó entre risas.

El hombre de 73 años recordó que: “Hace tiempo bregábamos con la caña y siempre sembrábamos café pero esos productos están desaparecidos. Ahora sembramos plátano, guineos, hortalizas, y últimamente cosechamos bastante guanábana y nos concentramos en tubérculos como lerene (parecido a la papa), jengibre, la cúrcuma (similar al jengibre), el ñame, ñame habanero, ñame de guinea y ñame de mina también”.

El propietario de la finca Sana vida señaló que los terrenos agrícolas en Puerto Rico deben ser mancomunados, de modo que la gente que quiera trabajarlos tenga accesibilidad a ellos. También criticó que uno de los problemas principales que enfrentan muchos de los que quieren trabajarlos es que no poseen un terreno para cultivar y en ocasiones no cuentan con ayuda del gobierno.

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Cora Peña comentó además que pensar en las futuras generaciones es una de sus motivaciones. “Nuestro propósito es que las nuevas generaciones aprendan a trabajar la tierra, que la cuiden, que la protejan y que la defiendan. Tenemos que enseñarle a la gente a que empiecen a cultivar como se cultivaba antes, sin químicos, porque los químicos degradan la tierra, la matan, la hacen estéril”, indicó.

De otro lado, José Miguel Pacheco y Keishla Meléndez Román pertenecen a esa nueva generación de jóvenes que sí ve en la agricultura nuevas oportunidades. “Lo nuestro es amor, agua y tierra, eso es todo, bien básico”, confesó José entre risas.

Keishla, por su parte, era una de las personas que iba rumbo a Florida a comenzar su vida pero conoció a José quien le dio una segunda perspectiva sobre Puerto Rico. “Me inspiró darle una segunda oportunidad a mi tierra. Uno tiene que tener esa determinación y entender que no es un trabajo fácil, pero es un trabajo donde todos los resultados van a ser para bien; tanto para uno como para todo el pueblo que estás ayudando. Estás haciendo historia. Yo quiero ser de las personas que no se rinden”, aseveró.

Naturales de Caguas y Santurce, los también caficultores dijeron que a través de la experiencia fue que aprendieron sobre el proceso agrícola, cómo hacer el compostaje y reciclaje orgánico. Los encargados de los productos Monte Adentro cuentan con clientes locales a quienes distribuyen sus productos previamente ordenados o que optan por los cosechados.

Cabe destacar que los jóvenes, quienes se encuentran en el inicio de su segunda década de vida, admitieron que les gustaría incitar a las personas a que tengan curiosidad y pasen por los mercados agrícolas para que confirmen la diferencia entre productos 100 % orgánicos versus aquellos procesados químicamente. “Queremos empujar a la gente a que le den una segunda oportunidad a nuestra tierra”, puntualizaron

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