Cómo olvidar la noche de aquel miércoles, 13 de marzo de 2013 cuando a las 7:06 de la noche desde la chimenea de la Capilla Sixtina el mundo presenció la fumata blanca que indicaba la elección de un nuevo Obispo de Roma.
“[…] Ustedes saben que el deber del Cónclave es dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo… pero estamos aquí… Les agradezco la acogida”, fueron las primeras palabras del jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio de 76 años que eligió llamarse “Francisco” dejando clara su identificación con San Francisco de Asís.
Desde entonces Francisco ha sido imparable. Durante sus 4 años de papado ha dejado una profunda huella no solo entre los fieles católicos sino en el mundo entero. Haciendo eco de sus años anteriores liderando la Iglesia, el 19 de marzo de 2016 redactó la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia (La alegría del amor) en la que recoge los resultados de los Sínodos sobre la familia convocados en 2014 y 2015.
Asimismo, con motivo de la conclusión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia el Santo Padre publicó con fecha del 20 de noviembre su Carta Apostólica Misericordia et misera. En ella pide que la misericordia no sea “un paréntesis en la vida de la Iglesia” y ofrece consejos sobre cómo concretar dicha misericordia.
Su nuevo año de papado inició con una visita a Lesbos, Grecia el 16 de abril en el que sostuvo un encuentro público con refugiados. En junio visitó Armenia, primer país cristiano del mundo donde rindió homenaje a las víctimas del genocidio a manos de los jóvenes turcos que gobernaron en el Imperio Otomano de 1915 a 1923. En julio compartió con millones de jóvenes del mundo entero con motivo de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud en Polonia. Visita que también será recordada por los gestos del Sumo Pontífice en los destinos históricos de Auschwitz particularmente por su entrada a pie al campo de concentración nazi, su rezo frente al “muro de la muerte” y su visita a la “celda del hambre” donde murió San Maximiliano Kolbe.
Además, a finales de año visitó Georgia y Azerbaiyán como secuencia del viaje de carácter ecuménico a Armenia. Su gira terminó en Suecia con motivo de los 500 años de la reforma luterana y los 50 años de las relaciones entre esta confesión y la Iglesia Católica.
Cabe señalar que en su visión de promover la unidad y una apertura de la Iglesia hacia el mundo en el plano diplomático se ha reunido con figuras tales como empresarios, artistas, políticos, y líderes religiosos de otras denominaciones, por mencionar algunos.