Es una de las bonitas canciones de Roberto Carlos.  De amor, claro.  Para recordarle a los casados que esta relación descansa en una propuesta.  No es una imposición.  No es algo consecuencia lógica y categórica.  Es propuesta.  Porque el amor, si se impone, si se fuerza, si es obligación, es tiranía.  Es verdad que, una vez aceptada la propuesta, brotarán consecuencias que implícitamente se aceptaron en el inicial sí.  Pero su comienzo, y su continuación y vigencia siempre será propuesta.

En el Evangelio Jesús brinda a la humanidad una nueva propuesta.  La de Moisés y sus leyes, presentadas entonces por Dios, ya no sirven.  Se cambia el escenario. La humanidad debe vivir ahora con un nuevo mensaje: el del amor.  Como el que muestra el mismo Jesús, ofreciéndose en el seno de la Trinidad, para rescatar a la humanidad que no contradecía la propuesta inicial.  Pero es interesante notar que Jesús no obliga a aceptar su mensaje.  Le duele cuando no lo aceptan o no lo comprenden, lo persiguen.  Pero siempre es “si quieres …”  Así lo presentó al famoso joven que había vivido desde niño los mandamientos.  “Eso está bien.  Pero hay algo más.  Hay que subir de grado.  Prescindir de lo material. Seguirme.  Mas es, ‘si quieres’”.

Como en el caso de Jesús, en el caso del amor humano puede suceder que la propuesta no convenza.  Es decir, que no se acepte tu idea de compartir vida en todo con ese otro ser humano.  Cabe el no.  No aceptarlo e imponerlo es suicidio emocional.  Podrías, a lo más, decirle al negante ‘tú le lo pierdes’; lo que aumentará tu autoestima, y será curita para el dolor de la negativa.  Empeñarse en conseguirlo a la brava es mortal.  Y esto tanto para el comienzo de la relación misma, como para su restitución cuando ha habido desilusión u olvido de la propuesta inicial.

Eso puede suceder cuando la pareja se topa con situaciones de grave olvido del contrato de amor inicial.  Insistirle a uno de los dos que ‘tiene que seguir’, así, sin más ni más, no funciona.  Lo ideal es que la pareja se esfuerce por recuperar, ambos, “el primer amor”.  O mejor, revisar ambos lo propuesto para mejorarlo y entender por qué se olvidó o se contrarió.  Es triste que entones permanezcas porque no tienes más remedio, o porque ‘es mi obligación’, o por consecuencias económicas o familiares adversas.  No deseamos divorcio.  Tampoco el seguir sin más ni más porque ‘esto es lo que trajo el barco’. No.  El joven antes aludido debía haberse iluminado con el mensaje de Jesús, ver que para su total salud era mucho mejor que lo que él había vivido, ilusionarse con esa nueva manera de pensar de las cosas.  Si le sigue porque ‘qué van a decir los demás’, es vocación fallida.

Las propuestas de amor, como las leyes positivas, es bueno revisarlas de cuándo en cuándo.  Sobre todo, en los momentos de tormentas anímicas.  O porque no se adaptan ahora a lo que este nuevo momento pide.  O porque la manera de entenderlas y cargarlas ya no satisface.  O porque van naciendo nuevas circunstancias que lo cambian todo.  Las leyes se enmiendan o se derogan.  Un aniversario de bodas es buena ocasión para recordar lo propuesto.  Lo substancial permanece.  Las nuevas situaciones necesitan nuevos enfoques: leyes nuevas.  En la pandemia hay toque de queda de 11 a 5am.  Seguir con eso en adelante es fastidiar la alegría y la vida.

Roberto Carlos propone “darte mi cuerpo… mucho abrigo… brindarte a ti mi paz… darte mi paz… hacerte a ti dormir… seguir muy juntos la misma senda…  “Claro”, hermosa poesía.  Buena para el momento de la entrega sexual.  Pero hay más, tiene que haber más, salir de uno de esos puntos importantes, pero no el único, ni el más aplicable a la vida juntos que entonces comienza.  Proponte proponer.

P. Jorge Ambert, S.J.

Para El Visitante

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