En los inicios de su pontificado, el Papa Francisco invitó a todos los hombres y en especial a los cristianos a promover una revolución de la ternura. En su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, señala: “El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura” (EG, 88). Esta frase la ha seguido repitiendo en varias de sus catequesis, la ha descrito como su sueño y continúa invitándonos a participar en ella. ¿En qué consiste esta revolución? ¿Por qué es necesaria? ¿Qué requiere de nosotros?

El término ternura se refiere a una demostración auténtica del amor. Sin embargo, va más allá del amor, porque deja de ser un sentimiento interno para constituirse en una manifestación visible del sentimiento. La ternura es uno de los rasgos distintivos de la relación de Dios con sus hijos. Leemos en el Salmo 103, 13: “Como un padre siente ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por quienes lo respetan.” También el profeta Isaías describe la ternura de Dios comparando su amor de Dios con el amor de una madre: “¿Acaso olvida una madre a su niño de pecho, y deja de querer al hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré” (Is 49,15). Esa misma ternura, Dios desea que cada uno de los creyentes la hagamos visible mediante el trato fino y amable con todos los hermanos, y también con todas las personas que nos rodean. La ternura es una manifestación de la fe cristiana.

La ternura se refleja en afecto, dulzura, simpatía, amabilidad. Es la característica de la persona que quiere apoyar al otro y no juzgarle. Es algo que está a nuestro alcance lograr, porque se compone de pequeños gestos y actos, que manifiestan nuestro amor por los otros. Entonces, si la ternura es una característica del trato personal, ¿por qué el Papa Francisco insiste en que tenemos que a través de ella lograr una revolución. Una de las razones para hacer un llamado especial a la ternura es que, en nuestro mundo moderno, muchas veces la ternura se percibe como un signo de debilidad.  Aclara el Papa Francisco. “La ternura no es debilidad, sino fortaleza. Usa el amor y el corazón para acariciar al otro y cuidarlo.” Requiere vencer el egoísmo y hacer llegar la ternura de Dios a todos. 

La revolución de la ternura a la que nos invita Francisco es el mismo llamado que nos hace la Doctrina Social de la Iglesia al invitarnos a construir una civilización del amor” en la cual el amor esté presente y penetre todas las relaciones sociales (Compendio de la Doctrina Social  de la Iglesia- (DSI-581). Impregnar las relaciones sociales con amor y ternura, permite construir una sociedad más humana, más digna de la persona, que resulte en una paz auténtica y verdadera. (CDSI 582) Es un antídoto a la violencia social y rompe la insensibilidad de las personas hacia los otros. 

Según el Papa, ser parte de esta revolución requiere de nosotros ir más allá de que seamos corteses y amables. Requiere un genuino interés en el prójimo, sensibilidad ante sus necesidades y respeto. Nos dice el Papa Francisco: “…una revolución de la ternura que se caracterice por el amor que se acerca y se hace concreto, que usa los sentidos para conocer las necesidades de las personas y del medio ambiente”. En términos sociales equivale a alcanzar para todos un desarrollo integral, especialmente “a los más alejados, a los olvidados, a quienes necesitan comprensión, consuelo y ayuda”. Se trata de alcanzar a las personas que se encuentran en “situaciones persistentes de miseria deshumanizadora”. 

La revolución de la ternura también tiene una dimensión internacional. Es un llamado a trascender las barreras nacionales y reconocer a todo ser humano como mi hermano. Es una invitación a la ayuda a los pueblos que carecen de lo necesario o que se ven afectados por desastres naturales y guerras. Se manifiesta en la acogida al inmigrante, en el diálogo entre los pueblos, en la solidaridad. Ser parte de esta revolución implica el crecimiento espiritual de cada uno, convertirnos en colaboradores para acercar el Reino de Dios a este mundo.  

(Puede enviar sus comentarios al correo electrónico: casa.doctrinasocial@gmail.com

Nélida Hernández

Para El Visitante 

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