En la lectura del Profeta Isaías, las llaves del Palacio de David son entregadas al nuevo mayordomo real, con el poder de abrir y cerrar. Una elección que nos remite al Evangelio, donde Jesús entrega también a Pedro las llaves del Reino de los cielos.

En la Carta a los Romanos, San Pablo eleva una alabanza a Dios por su gran bondad.

En el Evangelio de San Mateo, nos encontramos con tres eventos importantísimos que se entrelazan: la revelación de su identidad, el anuncio de la Pasión y el Primado de Pedro.

El Santo Evangelio de hoy es denso, puesto que nos presenta el momento en que la dinámica total del ministerio de Nuestro Señor Jesucristo cambia de una manera radical.  Podemos decir que, este episodio, cambia totalmente la dinámica del Evangelio; podemos decir que hay un antes y un después con este episodio, un “turning point”.  Hasta ahora, Jesucristo había limitado su ministerio alrededor del Mar de Galilea; su mensaje era “conversión”, “Dios te ama”, “responde al amor de Dios”, y “sígueme”.  Pero en ningún momento había dicho quién en realidad era Él, y la gente especulaba sobre su persona. Pero, un buen día, le dice a los doce que empaquen sus motetes, que se iban a Jerusalén. Los Apóstoles pensaron que iba a la Capital para ser coronado rey, expulsar a los romanos de Israel y darle a cada apóstol un puesto en el gobierno. Hasta que llegó esa noche…

En esa noche, les pregunta a los discípulos lo que la gente pensaba de Él y los Apóstoles contestaban. Pero ante la gran pregunta, “¿quién dice la gente que es Él, sólo Pedro contesta, con una gran verdad que Jesucristo no le había dicho a nadie: “¡Él es el Mesías, el Hijo de Dios vivo!”.

Ante esa gran revelación, dicha por la boca de Pedro, Jesús concluye que el Espíritu Santo había escogido a Pedro para ser el portavoz de la Gran Verdad, el canalizador de la Revelación y, por tanto, líder de los discípulos. Por eso Jesucristo le otorga un don que no había concedido a nadie: las Llaves del Reino de los Cielos.

La primera lectura de hoy nos explica la importancia del poseedor de las llaves. El poseedor de las llaves es el que tiene acceso a los secretos del amo, a las intimidades de su señor, el que no tiene obstáculos, sino que tiene libre acceso a todos los aposentos porque cuenta con la confianza absoluta de su rey o señor. De ser así, todo eso, y mucho más, es Pedro. Es el canalizador de la gracia de Dios, un mediador.

Pero, a renglón seguido, Jesucristo hace una gran revelación, una noticia aún más grande que la de San Pedro ser su mano derecha: su Pasión. Hasta ahora no había dicho nada a nadie del proyecto salvífico de Dios. Esta noticia deja pasmados a los Apóstoles, pero, en palabras de Jesús, “esta es la que hay”. Y, ¡qué casualidad que tira esta bomba inmediatamente después de que anuncia que Pedro sería su “gran mayordomo” el poseedor de las llaves. Es, como para decir, “el día en que falte yo, Pedro es el que los va a guiar”. Toda la dinámica del Evangelio cambia, es el “turning point”.

Padre Rafael “Felo” Méndez

Para El Visitante

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