El 2023 comienza con dos fechas profundamente marianas y cristocéntricas a la vez: Santa María, Madre de Dios (1 de enero) y Nuestra Señora de Belén (2 de enero). Claro, María siempre señala a Jesús para decir: “Hagan lo que Él les diga”, (Jn 2, 5).

El Evangelista lo resume así. “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”, (Jn 1, 14). Se hace evidente que el Verbo se encarnó en las purísimas entrañas de la Virgen, según Isaías (7, 14) profetizó varios siglos antes. El acontecimiento de la Encarnación del Hijo de Dios y la maternidad de María quedaron revestidos de la mayor santidad. Luego, la madre alimentó al Emmanuel -Dios con nosotros- con lo mejor de sí, su leche materna. Esta imagen sacra es representada en la Virgen de Belén.

Allá en Belén existe un lugar donde la tradición, fe y leyenda se mezclan en una gruta. Cuentan que en aquella gruta la Virgen estaba amamantando al Niño Dios y cayó una gota de leche. Fue entonces que el suelo y las paredes calizas de la gruta quedaron benditas desde entonces. Hoy la Gruta de la Leche es un lugar de oración absoluta donde se venera la imagen de Nuestra Señora de Belén. Muchos con problemas de infertilidad van a orar para pedir el don de tener hijos.

Si bien es cierto que Abraham y Moisés hablaban directamente con el Dios Padre y los Apóstoles caminaban con Jesucristo, ningún ser humano ha estado más cerca de Dios como María que se auto describe como esclava del Señor. Es la primera cristiana y esposa del Espíritu Santo. María es 100% madre de Jesús y Él es Dios Hijo, segunda persona de la Santísima Trinidad.

Prueba de su maternidad total es que lo llevó en su vientre, lo parió, lo alimentó con su leche materna, migró con Él en brazos a Egipto, lo crió y lo acompañó en su vida pública. También, durante su dolorosa Pasión y Muerte… Y fue testigo de su Resurrección y de Pentecostés. Además, se encuentra con su Hijo en la Patria Celestial. Por ello resulta claro que María, Madre de Dios, es un Dogma de fe.

María es la madre de Jesús; quien es íntegro y no puede separar su humanidad de su divinidad porque es 100% Dios y 100% hombre. Por lo tanto, María es madre de Jesús, Madre de Dios. ¿Acaso el Niño Dios podía dejar de ser Niño o Dios? El Concilio de Éfeso, en el año 431, definió: “Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porqué parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema”. Otra referencia es el Concilio Vaticano II. “Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades”, (Lumen Gentium, 66).

Esto no significa que María es digna de adoración, sino que merece un respeto absoluto de todo cristiano y desde tiempos antiguos se le venera como Madre de Dios.

Enrique I. López López

e.lopez@elvisitantepr.com 

Twitter: @Enrique_LopezEV

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