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El viernes, 8 de abril la Oficina de Prensa de la Santa Sede publicó la exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco titulada Amoris Laetitia (La alegría del amor: sobre el amor en la familia) que es el resultado de los Sínodos por la familia que se celebraron en 2014 y 2015 en Roma; y que, entre otras cosas, reafirma que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer. A su vez llama a sacerdotes y agentes pastorales a acompañar a los fieles en situación irregular para que sepan y sientan que son parte de la Iglesia.
Lo novedoso de esta exhortación es la actitud de acompañamiento. El Papa Francisco. Al igual que sus predecesores, reconoce la complejidad de la vida familiar moderna, pero acentúa mucho más la necesidad de que la Iglesia y sus ministros estén cerca de las personas sin importar la situación en que se encuentren o lo alejados que se puedan sentir de la Iglesia. Amoris laetitia no es un texto teórico desconectado de los problemas reales de la gente. El documento también recuerda la belleza de la vida familiar, a pesar de todos los problemas que conlleva.
Relacionado al tema de los divorciados vueltos a casar y la posibilidad de que puedan comulgar, la exhortación apostólica postsinodal no se pronuncia definitivamente sobre el tema. No obstante, les da la garantía de que la Iglesia se preocupa por ellos y por su situación concreta; quiere que sepan y sientan que son parte de la Iglesia y que no están excomulgados. Aunque todavía no puedan participar plenamente en la vida sacramental de la Iglesia, les anima a tomar parte activa en la vida de la comunidad.
Del mismo modo, un concepto clave de esta exhortación es la integración. Los pastores tienen que hacer todo lo posible para ayudar a las personas en estas situaciones a involucrarse en la vida de la comunidad. Además, señala que cualquier persona en una llamada situación “irregular” debería recibir una atención especial. “Ayudar a sanar las heridas de los padres y ayudarlos espiritualmente es un bien también para los hijos, quienes necesitan el rostro familiar de la Iglesia que los apoye en esta experiencia traumática”, (246).
Sobre el tema de las uniones homosexuales, la enseñanza de la Iglesia sigue siendo clara: el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y las uniones homosexuales no se pueden equiparar al matrimonio cristiano. El documento centra la atención en el matrimonio y la familia, pero también se dirige a las personas que no están casadas, como los padres y madres solteras, las viudas y viudos, los hombres y mujeres solteros, pues todos tienen lazos familiares.
De otro lado, también habla de los momentos difíciles en la pareja y de las crisis, y a propósito alienta recordando que “después de haber sufrido y luchado juntos, los cónyuges pueden experimentar que valió la pena, porque consiguieron algo bueno, aprendieron algo juntos, o porque pueden valorar más lo que tienen”.
Muchas veces –indica el Santo Padre– uno de los cónyuges no necesita una solución a sus problemas, sino ser escuchado. Por esta razón, “es importante la capacidad de expresar lo que uno siente sin lastimar, aunque el contenido sea exigente; plantear los propios reclamos pero sin descargar la ira como forma de venganza, y evitar un lenguaje moralizante que solo busque agredir, ironizar, culpar, herir”.
Mientras, el tema de la fecundidad en el matrimonio está presente en varios numerales de este documento y hace gran hincapié en que los hijos son un don de Dios y una gran alegría para los padres. “Si un niño llega al mundo en circunstancias no deseadas, los padres, u otros miembros de la familia, deben hacer todo lo posible por aceptarlo como don de Dios y por asumir la responsabilidad de recibirlo con apertura y cariño”. Igualmente, alienta “a quienes no pueden tener hijos a que sean magnánimos y abran su amor matrimonial para recibir a quienes están privados de un adecuado contexto familiar”.
En la exhortación apostólica compuesta por nueve capítulos y 325 numerales el Santo Padre alienta efectivamente una aproximación pastoral en la que resalta que esta actitud de discernimiento debe servir para ayudar a las familias, a los matrimonios y a las parejas que desean contraer matrimonio.
El Papa exhorta a formar mejor a los novios, denuncia los errores de la ideología de género y presenta una visión positiva de la vida en familia. También insiste en una adecuada educación sexual y rechaza el llamado “sexo seguro” que muchos promueven en el mundo actual.
(ACI Prensa/ Zenit.org)