En el Seminario Interdiocesano Propedéutico San Pablo VI en Naranjito comienzan la preparación hombres que serán ordenados “sacerdotes para siempre”, servidores de la Iglesia Universal, vicarios de Cristo y predicadores de la Verdad. Un día con estos jóvenes adultos puede ser muy variado, pues comienzan con intensa oración y Santa Misa en la capilla, compartir a la mesa en el desayuno y realizar labores cotidianas –como alimentar animales en la finca–. En la tarde, la biblioteca se convierte en el aula para una buena base de teología. Además, profundizar en su vocación. En el seminario se trabajan cuatro áreas: la humana y personal, la académica con los estudios, la espiritual con la oración y los sacramentos, y la pastoral en las comunidades particulares. 

Un jueves normal, los seminaristas en el Propedéutico se preparan para la Santa Misa y el rezo de los Laudes a primera hora, como un jornalero se prepara para salir a trabajar arduamente. Este año son solamente cinco los jóvenes, entre las edades de 18 a 25 años, que abren camino a la misión presbiteral. En Naranjito el tiempo de preparación de los seminaristas es sólo un año. Luego, se trasladan al Seminario Interdiocesano María Madre de la Divina Providencia de Ponce donde realizan los estudios hasta su ordenación diaconal y presbiteral. Cabe mencionar que el Seminario de Naranjito fue instituido en el 1999 bajo el pastoreo de Mons. Álvaro Corrada como obispo de Caguas. Hoy día sirve a nivel interdiocesano, para toda la Provincia Eclesiástica de Puerto Rico. 

El jueves 26 de enero, a una semana de haber comenzado el segundo semestre del año, los pupilos realizaron labores de campo… literalmente en el campo: alimentando a las gallinas, recogiendo sus huevos, limpiando–donde está ubicada la yegua Paloma y el área boscosa de la finca. 

Como se mencionó anteriormente, dicho seminario está localizado en la zona central de la Isla. En las faldas de la montaña se encuentra “una quebradita”. “Desyerbar” y eliminar la maleza “jalda arriba y jalda abajo” fue el servicio mañanero que realizaron los seminaristas en la finca. Por supuesto, este servidor se unió a la faena como parte de la experiencia. La oración, los cánticos y las jaculatorias no pudieron faltar como parte de la ambientación y ánimo hacia los que teníamos machete en mano. 

“Un cristiano que no comparte con otro es un cristiano castrado”, comentaba a la hora del almuerzo el Padre Félix ‘Felito’ Núñez Hernández, Vicario de Vocaciones de la Diócesis de Caguas y rector del Seminario Propedéutico. Al compartir en la mesa, algunos de los muchachos resaltaron entre conversaciones salteadas la importancia de crear comunidad, la convivencia y el trabajo en equipo. Así como en una colmena, donde todas las abejas tienen su función, en el Seminario y en la vida diaria, cada uno también tiene su misión y encomienda. Al terminar cada comida, unos se encargan de lavar los platos, cubiertos y utensilios, otros de secarlos y reubicarlos, y el resto de organizar y limpiar el área del comedor. 

En horas de la tarde, cada miércoles, jueves y viernes se dirigen hacia la biblioteca para la parte académica. Entre estos días, los seminaristas toman seis clases, además de acudir a dirección espiritual y psicológica. Los sábados y domingos realizan otras actividades, ya sean pastorales junto al rector, de confraternización, oración y rezos, la Santa Misa, actividades recreativas, entre otras. “El propedéutico es indispensable”, recalcaba P. Felito, al igual que establece la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis de 2016, documento que “describe el proceso formativo de los sacerdotes, desde los años del Seminario, a partir de cuatro notas características de la formación, que es presentada como única, integral, comunitaria y misionera”. 

Asimismo, los seminaristas actuales del Propedéutico entienden que es necesario saberque su propósito es iniciar las fases de formación sacerdotal. Esta primera fase les brinda las herramientas necesarias que todo presbítero requiere para llevar a cabo su ministerio y buscar su propia santidad y la de los fieles. 

Antes de finalizar el día, los seminaristas tienen la cena, además de momentos de silencio, rezar la Liturgia de las Horas correspondientes a la tarde y noche –vísperas y completas–, el Santo Rosario y finalmente el momento de descanso. 

Aunque muchos creen que quienes se preparan para el presbiterado sólo rezan, estudian teología y vuelven a rezar, está más que comprobado que el seminario es una preparación integral “necesaria y obligatoria”. Es decir, prepara profundamente el cuerpo, el alma y el espíritu. Los seminarios deben “formar discípulos y misioneros ‘enamorados’ del Maestro, pastores ‘con olor a oveja’, que vivan en medio del rebaño para servirle y llevarle la misericordia de Dios”, (Ratio Fundamentalis). Se puede decir que la formación presbiteral, que se divide en la fase inicial (seminario) y la fase permanente (ordenados sacerdotes), debe ser perpetua y requiere un compromiso consigo mismo, con Dios y con su Pueblo. 

Jorge L. Rodríguez Guzmán

j.rodriguez@elvisitantepr.com

Twitter: jrodriguezev 

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