En el litoral suroeste de Puerto Rico, se levanta la Basílica de Nuestra Señora de Montserrate, Patrona de la Diócesis de Mayagüez. Y aunque no sea reconocida como tal, es sin lugar a duda, Protectora de Puerto Rico. El origen del Santuario en sí se remonta a los finales del siglo 16. Fue edificado por un rico hacendado de la región llamado Giraldo González de la Renta, en acción de gracias por un favor milagroso recibido tras invocar la intercesión de la Madre de Dios.
El relato de Francisco García Pagán, dado “in artículo mortis” ante el presbítero Don Duna Sánchez Ortiz en febrero de 1699 declara que su abuelo materno Giraldo González, “previas las licencias necesarias, había más de un siglo, fundó la referida ermita … en agradecimiento de haberle librado milagrosamente de la fiereza de un toro, que le acometió en campo abierto y temeroso de la muerte invocó su patrocinio (de la Virgen) en cuyo acto el animal dobló las rodillas y bajó la cabeza hasta el suelo sin hacer mal al afligido”. Desde entonces el Santuario se convierte en el centro mayor de peregrinaciones.
Posteriormente, según una piadosa tradición ocurrió otro milagro relacionado con la hija del mencionado Giraldo. Su hijita se perdió por aquellas serranías y 15 días después fue encontrada sana y salva. Ella relató que durante esos días había sido protegida y cuidada por una “señora”, desconocida para todos, de que se supuso que había sido la Virgen de Monserrate, que concedia otro favor al devoto Giraldo González. El Santuario fue reconocido y honrado con múltiples distinciones de parte de Obispos y Sumos Pontífices. Finalmente, el 19 de mayo de 1998 el Papa Juan Pablo II favoreció al pequeño Santuario con el título de Basílica Menor
Nuestro Santuario ha sido centro de peregrinación desde sus comienzos. Es por ello por lo que el pueblo de Hormigueros debe su nombre a la constante afluencia de peregrinos que, cual hormigas, subían la Colina Sagrada. Recuerdo vivamente desde mi niñez acompañar a mi abuela paterna que solía ser una de las peregrinas que acudían al Santuario a presentar sus respetos y peticiones a la Santísima Virgen. Aún en nuestros días me emociona contemplar el fervor y devoción con que numerosos peregrinos se acercan a la Basílica de Nuestra Señora de Montserrate para entregar sus anhelos y esperanzas, sus dolencias y heridas. Muchos siguen subiendo las numerosas escalinatas de rodillas hasta llegar ante la imagen de la Virgen.
Ante la Virgen morena acuden ricos y pobres, plebeyos y nobles, pastores y fieles. Figuras de relieve en nuestra historia eclesial, como Juan Alejo de Arizmendi, primero obispo puertorriqueño y nuestro beato Carlos Manuel Rodríguez se cuentan entre los peregrinos que acudieron a ofrecer sus respetos y plegarias a la Madre de Dios y nuestra. Nuestro obispo fundador, monseñor Ulises Aurelio Casiano Vargas, de feliz memoria, fue un devoto fiel que se empeñó en dotar al Santuario del título de Basílica. También logró que la Sede Apostólica permitiese la coronación canónica de la Virgen de Monserrate.
Celebramos en estos momentos la novena en su honor. Exhortamos a todos los fieles devotos de la Virgen a estar este 8 de septiembre en la Colina Sagrada. Puerto Rico necesita hoy la protección maternal de la Virgen para superar y vencer los muchos males que nos aquejan. Acudamos al Santuario de María a implorar nuevamente: ¡Protégenos Divina Señora de Monserrate!
Padre Edgardo Acosta
Para El Visitante