“Petit Maman” es uno de los pocos estrenos de películas francesas que llega a nuestras salas de cine. Presentada a concurso en la septuagésima primera edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, la película se basa en un guion escrito por la directora del filme, Céline Scimma. Se trata de una historia difícil por su tema y por la forma en que se presenta en la pantalla.
Centrada en una niña de ocho años de edad que afronta una doble pérdida temprano en su vida, al principio contemplamos -a través de imágenes escuetas y un mínimo de diálogos- que Nelly, la niña, acompaña a su madre en el penoso trance de disponer de los restos de la abuela, que residía en una institución para envejecientes. Tras acompañar al cadáver por el camino, madre e hija se dirigen a la casa de campo que parece haber sido de la abuela, donde la madre de Nelly, despreocupada y feliz, pasó sus años de infancia jugando en el bosque aledaño. Cuando Nelly sale a ese mismo bosque, se encuentra con otra chica, casi idéntica a ella (ambas niñas son interpretadas por las hermanas Josephine y Gabrielle Sanz) con la que establece una relación de amistad y de juegos.
Mientas tanto, la madre ha desaparecido de la casa, significando otra perdida para la niña que -sola con el padre- encuentra alegría reviviendo en su propia existencia incidentes asociados a la vida de la madre. Las dos niñas viajan juntas en un botecito inflable desde un riachuelo del bosque hasta un caudaloso río cercano y ya allí se dirigen a una suerte de pirámide. El momento marca un hito en la película, que hasta ese momento ha prescindido completamente de música. Al entrar a la pirámide, esta irrumpe gloriosa, dotando a la cinta de su gran momento, que precede al abandono de la casa del bosque por Nelly y su padre.
“Petit Maman” no es una historia convencional. Es una película introspectiva que elimina cualquier recurso fácil -emociones y acciones- para brindar en vez una experiencia cinematográfica de suma austeridad formal. El estilo recuerda al de otro realizador francés del pasado, Robert Bresson, y también el de aquella película enigmática que marcó un hito en ese cine: “El año pasado en Marienbad”.
Petit Maman ha sido clasificada PG (se sugiere la orientación de padres o guardianes), por la clasificación voluntaria de la industria.
Luis Trelles Plazaola
Para El Visitante