El Obispo de Arecibo, Monseñor Daniel Fernández Torres, objetó las malas interpretaciones mediáticas a las palabras del Papa Francisco sobre el virus del Zika, durante su encuentro con los periodistas en el avión tras su visita a México.
“El Papa Francisco fue muy contundente en contra del aborto. Lo llamó un ‘crimen’ y lo comparó con la mafia, que asesina a una persona con la supuesta intención de salvarle la vida a la otra.
Entonces, en ese contexto, trae el ejemplo que está siendo citado por los periodistas. El caso trata de unas monjas que vivían en el Congo en África, en un área que había una alta probabilidad de que fueran violadas, debido a que había mucha criminalidad de este tipo en esa zona para finales de la década del 60. De este modo, lo que ilustra el Papa Francisco es que el aborto es inaceptable aún en caso de violación, y que jamás puede constituir un ‘mal menor'”, aclaró Fernández Torres.
“Vale la pena incluso, mencionar que para la Iglesia, la violación no constituye un acto sexual propiamente dicho, pues no es una entrega amorosa, sino un acto de violencia contra la mujer, por lo que es imposible extrapolar el ejemplo de las monjas en el Congo a las relaciones sexuales consentidas para las que deliberadamente se decida recurrir a los medios artificiales de control natal”, prosiguió.
En sus declaraciones, el Papa añade que “en cambio, evitar el embarazo no es un mal absoluto”. “En efecto la Iglesia reconoce que los esposos, por graves motivos, pueden tomar la decisión de espaciar los nacimientos, incluso de modo indefinido, haciendo uso del acto sexual solamente durante los periodos infértiles en cada ciclo natural del cuerpo humano”, explicó el Obispo.
“Esto implica que la entrega de los esposos siempre sea una donación total, sin egoísmos ni reservas, sin utilizar al otro como un objeto para el uso egoísta de la sexualidad. El recurrir al uso de la sexualidad solamente durante los períodos infértiles, haciendo uso, por ejemplo, de la observación de los cambios de temperatura y otros síntomas que ocurren durante la ovulación, parte de la castidad matrimonial que la Iglesia siempre ha propuesto y lo cual es muy diferente a proponerle a los matrimonios el uso de métodos anticonceptivos artificiales. Estos últimos, lejos de respetar los ciclos naturales que Dios ha puesto en el cuerpo humano y las señales que se pueden observar objetivamente, separan arbitrariamente los sentidos reales de la entrega mutua”, continuó el Obispo arecibeño.
“En el caso del Zika, el Papa lo que se limita a decir fue su deseo de que las autoridades pudieran encontrar pronto la vacuna. En efecto, aún utilizando los métodos naturales de espaciación de los nacimientos propuestos por la doctrina de la Iglesia, sería una intromisión del gobierno el pretender imponer cuándo los esposos deben o no decidir tener o no tener hijos, pues esa decisión le corresponde de manera exclusiva a los esposos y no al gobierno”, prosigue.
“No es un método sensato del gobierno el proponer que toda la población se abstenga de la procreación de manera indefinida, lo cual realmente constituye una medida de control poblacional y no de salud pública. Si la plaga dura 20 años, ¿dejarían de nacer niños durante 20 años? Eso con certeza acabaría con el tiempo de la edad reproductiva de las mujeres puertorriqueñas y en consecuencia, con los puertorriqueños. Es importante que se encuentren medidas concretas para trabajar contra la enfermedad, en vez de convertir un problema real de salud pública en una medida ideológica para promover la agenda abortiva y el mercado económico de anticonceptivos artificiales”, concluyó.
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Obispado de Arecibo