Es el título de un bonito visionado que bajamos del YouTube y usamos en los talleres de novios de Renovación Conyugal. Va recorriendo las razones falsas para decidir el matrimonio, muchas de ellas se enfocan en la etapa del romanticismo, que es inicial en la relación.  Abofetea a la pareja recriminándole que, si eso es lo que les impulsa al compromiso, pues que no se casen.  Está cerca el fracaso.  Que viene cuando ya el flamboyán no ofrece flores sino vainas.  Merecen repaso las diversas nuevas circunstancias que sí posibilitan con más seguridad dar el paso.  Son muchas.  Repetidas por varias parejas que hablan desde su experiencia de muchísimos años, (¡hasta 40!), empleados en esa tarea que siempre es tarea por hacer.  Deseo repasarlas.

  • “Cásate cuando ya no quieras regalarle la luna sino ir juntos, hasta la luna si necesario.
  • Hazlo cuando te cueste hablar, reír, estar ahí y aun así hables, rías y permanezcas a su lado.
  • Cuando lo extraordinario se convierta en rutina, pero empieces a hacer de la rutina algo extraordinario.
  • Cuando comprendas que no es un trofeo que has ganado sino un regalo que has de cuidar.
  • Cuando estéis cómodos planeando el futuro, donde caben los sueños de los dos.
  • Cuando entiendas que pedir perdón y perdonar es mucho más importante que tener razón.
  • Cuando su pasado sea importante, y veas lo presente como un regalo, y su futuro como una oportunidad de crecer.
  • Cuando sepáis que podéis estar el uno sin el otro, pero aun así queráis estar unidos para siempre.”

Frases maravillosas todas ellas y con un contenido para reflexionar y adoptar.  Me gustan y golpean algunas.  Como esa que habla de convertir lo rutinario en extraordinario, y no dejar entonces que lo extraordinario de la vida se convierta ya en una rutina.  Es lo que sucede en la vida del santo: llega a vivir lo fuera de serie como si fuese lo más normal de la vida. ¡Como aquel con una conciencia tan profunda de que Jesús le acompañaba que, al entrar en el autobús, pagó por él y por su compañero Jesús! Por eso la santidad consiste en convertir las virtudes cristianas en una forma normal de vivir.  Como que a uno le sale.  Como al criminal gatillero le sale con facilidad pegarle un tiro otro, tristemente.

Bonito también ese pensamiento de estar planeando el futuro, los sueños, los ideales, pero no solamente los tuyos, sino los de ambos.  Porque incluso los sueños individuales, metas para tu crecimiento, de alguna forma contarán con la otra persona.  Nunca en contradicción, aunque sean metas tan personales como lo son tus hormonas, tus achaques, tu ser individual y soberano ante Dios.  Es esa libertad que reconoce que puedo estar sin el otro, como explica, pero eso lo renuncia para estar con el otro.

Los sueños románticos hablan de regalarse hasta la luna, lo imposible, pero la voluntad está lista para ir incluso a la luna, pero juntos.  Es la conciencia continua de que, una vez pactado el compromiso, nace una nueva realidad: la pareja.  Es como decía en otra ocasión: juntamos cobre con estaño y el producto es bronce.  Un metal diferente con nuevas propiedades, que procede de la unión de ambos.  Como de la unión de la pareja vendrá el hijo.  Si se está de acuerdo en que el compromiso matrimonial revoluciona la vida para el futuro, entonces cásate.

P. Jorge Ambert, S.J.

Para El Visitante

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