Navidad es un acontecimiento familiar; es un niño que nace para una familia. Navidad es una exaltación de la familia. Es un varón, una mujer, y en medio de ellos el misterio de un Dios que se hace carne para transformar y glorificar nuestra carne. Decimos que el Dios Trino se refleja sobre la tierra en la relación familiar. Esposo-Padre, Esposa-madre, y en medio de ambos el Hijo-Espíritu. Pero aunque la familia humana es reflejo de la Trinidad, esta familia tan especial lo es de forma muy especialísima. Es la fiesta de la Sagrada Familia.
Pero el diablo siempre mete la cola. Como seres humanos necesitamos los signos externos de la fiesta. También en Caná el gozo de una nueva familia se celebraba con vino generoso, y al faltar este, Jesús satisface esa necesidad con el mejor vino. El instrumento externo que refleja la celebración interna puede fácilmente convertirse en lo principal. Y así una Navidad, que es celebrada con gestos externos, puede quedarse solo con los gestos y sin el motivo. Es como una procesión religiosa donde, de repente, desaparece la cruz procesional y el rezo de los fieles. El símbolo de esta actitud aguafiestas sería el cuadro de El Velorio de Francisco Oller. Es fiesta religiosa, exequias de un niño. Él no es centro de atención sino, cruzando el cuadro, un lechón asado para la fiesta.
No rechazamos la fiesta, el baile, la música, las comidas típicas. Deseamos se destaque el ambiente de familias que celebran. Por eso me aventuro a sugerir algunos consejitos de navidad.
Puedes poner el árbol, si te da devoción. De hecho, también tiene su sentido cristiano al simbolizar a Cristo del cual penden los regalos que el Padre dispensa a través del hijo. ¿Por qué no añades un Belén, un Nacimiento? Puede ser pequeño, pero que tus niños capten con los sentidos el hecho histórico de un Dios que se volvió loco de amor y se hizo un niño como ellos. Un Belén alrededor del cual puede reunirse tu familia para una oración, un canto, un recuerdo de que la Palabra del Padre redime durante los 30 años en que solamente fue un hijo de una familia.
Aunque ya la Internet y los dibujos de los apps es lo de ahora, todavía existen las postales. Su significado es el deseo afirmativo de bondad para los seres conocidos y amados con ocasión de este acontecimiento cristiano. Tal vez hay demasiadas en el mercado. ¿Por qué no puede ser algún dibujo confeccionado por tus niños, o algo casero, aunque de ninguna manera pueda competir con Hallmark? Toda la familia se reuniría para esa obra. Y mejor que sean pocas, y para la gente más significativa. ¿Por qué preferir las que presentan un osito (Jesús, que sepamos, nunca conoció uno), o un paisaje nevado (¿Nieve en Aibonito?), o un gorro colorao… Y desde luego, si utilizas una ya impresa, mejor que sea con palabras de tu invención, no las que ya vienen impresas por el fabricante.
Regalamos para imitar al Dios Padre que nos regaló a su Hijo amado. Mejor, no regales, y así no entras en la terrible espiral del consumismo, o mejor aún,
– Regala algunas atenciones especiales al otro.
– Regala cosas confeccionadas en tu familia (dulces, comidas).
-Regala artesanía boricua (fomentas lo nuestro).
– Regala la visita a ese pariente que tienes olvidado, dizque por falta de tiempo, o porque arrastras aún hacia él un rencor pasado.
No es fácil la pelea por mantener en la navidad el ritmo familiar y religioso. Podemos, empero, con pequeños detalles, vividos en el círculo familiar, recordar el hondo sentido espiritual que aporta para los seguidores de Jesús esta preciosa temporada navideña. Es la fiesta de la Sagrada Familia.
(P. Jorge Ambert S.J.)