CRISTO COMO MAESTRO, es el que enseña. Habla con autoridad, y unido a Él, el misionero tiene el mismo poder, ya que es Él, es el que verdaderamente está enseñando. La enseñanza de Jesús, revelada en la Escritura, la debemos digerir para transmitirla a los demás.
“Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos, bautícenlos, consagrándolos al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Enséñenle a cumplir todo lo que les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”, (Mt 28, 18-20).
Dios nos habla a través de la Revelación, no en forma aislada, sino desde la vida, en la memoria de la Iglesia, de generación en generación. En nuestro cansancio nos ayudara nuestra Madre del Cielo, confiar en Dios y servir a los demás.
Al evaluar el orden social, le damos “nota” dependiendo de cuan cerca esta ese orden de lograr esas metas: amor, verdad, justicia y libertad. Cristo es la cabeza y la Iglesia su cuerpo. Por El somos llamados a difundir la Caridad que es el Amor, y la Iglesia tenemos la responsabilidad de buscar el bien común, fomentar la solidaridad, promover una amplia participación, definir la función del Estado como una de apoyo y no de sustituto de las unidades sociales básicas, y sobre todo respetar la dignidad de todos los seres humanos.
La Caridad es central en el pensamiento social cristiano como fuente de la que nacen y se desarrollan los otros valores: justicia, verdad y libertad. Como se señala en Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia y en Caritas et Veritate, CIV 4, Benedicto XVI, la caridad debe fundamentarse en la verdad. Sin embargo, en el contexto social y cultural actual, esta difundida la tendencia a relativizar lo verdadero. Por eso, comprender que la adhesión a los valores de Cristo no es solo un elemento útil, sino uno indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo integral. (CIV 4).
Veamos, Dios es Amor, somos imagen de Dios, por tanto somos llamados al amor, amar a Dios y al prójimo. “Por ese amor reciproco (DSI 55), QUE ES EL AUTENTICO, este es el fin histórico y trascendente de la humanidad.” Por ese llamado al Amor, es que tenemos la responsabilidad de comprometernos al desarrollo de la sociedad. Se nos reta, San Pablo VI en Evangeli nuntiandi 26: ¿Cómo proclamar el mandamiento nuevo del amor sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre? Este llamado se hace primeramente en la familia (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 210), donde se aprende a conocer el amor y la fidelidad al Señor, y la necesidad de corresponderle. Al entronizar el Amor como el valor fundamental de la DSI, se reafirma el valor de la familia como fuente de ese primer amor y ruta hacia el conocimiento del Amor de Dios.
La verdad en es específicamente: “las respuestas dadas a las interrogantes sobre el lugar del hombre en la naturaleza y en la sociedad” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 15). De estas respuestas se deriva la orientación del hombre a la convivencia social y a la historia. El mencinado documento reconoce que el hombre por medio de su inteligencia y voluntad es capaz de libremente encontrar la verdad. ¡Podemos caminar a la Nueva Sociedad puertorriqueña con la guía y compañía de Jesús, en el Reino, ya aquí, nueva de la Nueva Vida!
Por Luz Palmira Burgos, MER, PUCPR
Para El Visitante