Por estos días las celebraciones de la Semana Santa y las del Triduo Pascual estarán llenas de una serie de diversidades o adaptaciones litúrgicas como no estamos acostumbrados a ver; quizás, por estar habituados a cierta uniformidad. Ahora bien: Cuidado con los juicios y las sentencias precipitadas hacia los sacerdotes (o inclusive hacia nuestros obispos).

Dos de las primeras precauciones que se tomaron, al avecinarse toda esta vorágine de cosas espantosas que vivimos, tuvieron una inmediata repercusión en nuestra liturgia. Y me refiero a la indicación que hicieron casi todos los obispos de Puerto Rico en decretar que los fieles de sus respectivas diócesis comulgarían en las manos y que se omitiesen las expresiones de cercanía física en el saludo de la paz. La primera de estas medidas suscitó cierta resistencia por un grupo de fieles y no faltaron entre ellos quienes, hasta, prefirieron no comulgar con tal de no recibir la comunión en sus manos. Según fue creciendo la emergencia la resistencia fue dando paso a cierta comprensión y, entonces, se comenzó a percibir lo serio del asunto y a entender que cuando los obispos nos pedían comulgar en las manos, no se trataba de que ellos no creyeran en el poder sanador de la Eucaristía (como hubo quienes les llegaron a precipitadamente a acusar) sino a que ellos, como pastores, han de cuidar celosamente cada uno de los miembros de su rebaño (cfr. CEC 861) ya que cuidando bien la porción de su iglesia local contribuyen “al bien de todo el Cuerpo místico” (CEC 886) que es la Iglesia Universal.

Tanto el pasado 19 de marzo (Solemnidad de San José) como el día 25 del mismo mes (Solemnidad de la Anunciación del Señor) la Santa Sede, desde la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, emitió dos decretos (a saber: En tiempo de Covid-19 I, Prot N. 153/20 y En Tiempo de Covid 19-II, Prot N. 154/20) con una serie de indicaciones generales y de sugerencias para los obispos del mundo entero. Válidas preocupaciones pastorales, con las consiguientes repercusiones litúrgicas. Siguiendo las recomendaciones de la Santa Sede recogidas en los dos decretos la Conferencia Episcopal de Puerto Rico, con la firma de todos los obispos, publicó un documento que tituló: Consideraciones para la celebración de la Semana Santa y el Triduo Pascual en las circunstancias provocadas por la Pandemia del Covid-19. Manifestando también su preocupación de cuidado pastoral y custodiando el buen proceder de las celebraciones litúrgicas.

El documento es una guía que expone detalladamente las posibilidades de adaptación que tienen los que celebrarán los sagrados misterios. Cada uno de ellos considerando, por un lado, las posibilidades que pueda tener o, por otro lado, las estrechas limitaciones que le circundan estos días, podrá escoger, con paz en su corazón, entre las diversas formas que la liturgia le permite adaptar. Válido cuidado pastoral con la consiguiente licitud litúrgica.

Si el pasado Domingo de Ramos su párroco hizo solo una lectura o leyó solo el evangelio de la pasión en su versión corta, no se equivocó. Si el próximo jueves no reserva solemnemente el Santísimo Sacramento no es que se habrá equivocado; si el próximo Viernes Santo no se postra en el suelo, o el próximo sábado en la Celebración Pascual no bendice el fuego… tampoco se habrá equivocado.

Son días muy difíciles los que vivimos; pero, también, son días santos y caer en cuenta de ello, con este contexto tan inusual, puede alimentar nuestro espíritu y hacernos vivir los misterios redentores de una manera infalible. Volverán los días que alegres nos abrazaremos en el rito de la paz… volverán nuestras manos sacerdotales, a ejemplo de Cristo humilde, a lavar los pies; volverán los días en que con el corazón henchido de emoción el agua lustral mojará nuestros rostros. Sí… volverán los días que, sea en las manos o directamente en la boca, nos alimentaremos con el Cuerpo glorioso de Cristo, el Resucitado Señor.

Por P. Ovidio Pérez Pérez
Para El Visitante

1 COMMENT

  1. A través de mi tiempo en mi Iglesia Católica,he aprendido mucho y en este momento en que aún vivo(81 años) entiendo a perfección lo que ocurre y veo con claridad lo que significa esta etapa de nuestra Madre Iglesia. Basta entender y conocer los designios de Dios,acompañada de amor por Nuestra Madre Iglesia para reconocer que todo pasa por Voluntad de El. En mi preparación en el caminar del tiempo en mi Iglesia entiendo que este momento que vivimos es de Dios. Nosotros sus fieles acogemos con amor todos sus designios y ante la crisis entendemos y acogemos Su Voluntad! Nuestros sacerdotes son nuestros guias escogidos por El. Bendiciónes!

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