Mensaje de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña al pueblo de Puerto Rico, al acercarse el gran acontecimiento de la Navidad
Aibonito, Puerto Rico
2 de diciembre de 2015
Queridos Hermanos y Hermanas:
A través de la historia de fe de toda la nación puertorriqueña, Dios, Nuestro Padre, nos ha regalado un pesebre de amor que ha resistido los embates de la increencia, de la iniquidad organizada y de las inquietudes consumistas. Sobre una auténtica esperanza, nuestro pueblo, bajo la bella advocación de Nuestra Señora de la Providencia, Patrona de Borinquen, ha suplido el buen vino de la convivencia y ha dado el frente a todo lo que empaña lo diáfano y santo del Evangelio.
La grave situación económica y social que agrieta la sana convivencia y crea consternación de muchos hermanos y hermanas es secuela del dolor cósmico del que nos habla San Pablo. El mundo entero gime y agota todos los medios para emancipar a miles de hermanos y hermanas que padecen hambre, descarte, martirio y dolor. Puerto Rico no está al margen de estos lamentos universales y debe resistir cualquier intento de naufragio en estas aguas embravecidas que sólo pueden ser aplacadas por el Niño que va a nacer, que presidirá la gran virtud de la inocencia que es libertad, luz y misericordia.
La Navidad es una ocasión para recibir al Niño Dios que pondrá su pesebre-paraíso en medio nuestro. Es urgente y necesario detener la rutina diaria para liberar los buenos propósitos y entender que la gracia divina es la opulencia mayor que establece la justicia más anhelada. La confianza en Dios sirve de bálsamo, de medicina y de alegría a los que encuentran su cauce en la misericordia y la ternura infinitas del Señor.
Al inicio del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, convocado por Su Santidad, el Papa Francisco, nuestro pueblo debe llenar sus vasijas personales y colectivas en el pozo de Aquél que abre su mano poderosa y nos llena de bendiciones. No podemos patrocinar el individualismo, ni el insularismo agobiante, sino, abrir caminos al Dios que viene a salvarnos.
La temporada navideña es un oasis de alegría, paz y unidad para nuestro pueblo. Como pastores, con solicitud de amor y esperanza, elevamos una plegaria por nuestra Patria. Que el Niño Dios convierta nuestros corazones y por intercesión de la Virgen María recibamos el buen vino de Cristo y nos colme de su amor.
¡Ven, Señor Jesús!
Roberto O. González Nieves, OFM
Presidente, Conferencia Episcopal Puertorriqueña
Álvaro Corrada del Río, SJ
Vice Presidente
Conferencia Episcopal Puertorriqueña
Eusebio Ramos Morales
Secretario-Tesorero
Conferencia Episcopal Puertorriqueña
Obispo de Fajardo-Humacao
Rubén Antonio González Medina, CFM
Obispo de Caguas
Félix Lázaro Martínez, Sch.P
Obispo de Ponce
Daniel Fernández Torres
Obispo de Arecibo