Cito la balada: “Celos, malditos celos, por qué me matan sin o hay razón”.  Como serpiente maligna puede escurrirse esta inseguridad entre los esposos. Y parte de cualquiera de los dos. Yo afirmo que un poco de celos es bueno.  Pues es indicio de que aprecio tanto a esa persona, es tan única, que el pensamiento de perderla me estremece. Me esmero, entonces, en afianzar la relación, no en ser policía del sospechoso. Pero cuando son celos obsesivos, compulsivos, estamos ante un problema siquiátrico de marca mayor y difícil cura.  Lo que causará gran sufrimiento a ambos cónyuges, o terminará en resultados nefastos.  Por cuidar no perder a alguien se le empuja para terminar perdiéndonos!

Los profesionales de la mente hablen sus teorías de por qué adviene esta inseguridad.  Es curioso, pues ella cela a su marido, temiendo que el sea tan flojo y débil, que a cualquier meneo de otra le haga caso.  A vece pienso si la inseguridad será sobre la persona misma que cela; se siente ella tan poca cosa que cualquier otro, u otra, que aparezca me va a ganar la pelea y raptará a mi pareja.  La canción citada retrata una realidad.  La situación de continuas acusaciones, miedos expresados, vigilancias etc. creará un infierno en la persona que lo sufre.  Y tristemente también, en la persona celosa.

Hay casos que ya son de libro.  Recuerdo a aquella esposa, gran mujer y cristiana ya fallecida, todo lo que sufría para agarrar a su esposo en malas compañías, para el fastidio final de el, o zozobras continuas de ella.  Ya ella calculaba lo que tardaba el trayecto del trabajo a la casa.  Si llegaba varios minutos tarde, ahí venía la pelea.  Llegó incluso a tomarle el millaje recorrido del trabajo a casa.  Si acaecía alguna milla extra en el podómetro, ahí venía la pelea.  Conseguía la lista secretas de todas  llamadas del celular de su espeso.  Se las arreglada para chequearle las llamadas del celular.  Era un trabajo de espionaje continuo, hasta llegar a olerle la ropa para captar, como mastín, olores extraños!  Nada de vida!

De otra pareja oí en que la inseguridad de el, ya recién casados, llegó incluso a poner candado a la puerto de la casa, con ella dentro, mientras el trabajaba.  La pobre mujer llegó un momento en que ni podía respirar, pues hasta en eso el se creía adivino de los pensamientos.  El final fue dramático; mientras el estaba fuera, rompió ella la puerta y se escapó de la casa.  Se terminó en divorcio. El caso era como para pedir anulación matrimonial.

Tu, que lees, qué remedios propondrías?  No es fácil la respuesta.  Desde luego, es necesaria una intervención profesional, pues lo primero sería buscar causas de esa inseguridad.  En el caso narrado primero, él había caído en un traspiés, por lo que perdió la confianza de ella.  Se puede uno remitir a la crianza: sufrimientos por engaños del padre en el  hogar de crianza, continuas quejas de la madre de que su hija debía cuidarse de los varones ‘porque te la hacen al principio o al final’!  Esa inseguridad la sufrieron tres hijas de un matrimonio.  Una terminó divorciada, otra decidió no casarse, la otra con profundos celos. 

Mi consejo por ahora a la persona celosa.  Cállate, no acuses, ni insinúes el error que no te consta.  Mejor busca evidencia verdadera. No proclames las dudas que tengas porque puede ser que erres.  Mejor es sufrir un error que insinuarlo, tal vez no verdadero, y que en definitiva te quita la paz. Un juez no condena si  no hay una evidencia claramente constatada.  Si te equivocas, porque sí había error, al menos te ahorraste momentos de inquietud y dolor inmisariamente.  Con puras acusaciones no conviertes a nadie.  Busca la oración para la paz, y para ser firme con errores constatados.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here