En gran medida, somos lo que hemos sido. El resto son sueños, promesas, esperanzas y el instante fugaz. Los tiempos idos son sumamente importantes, aunque algunos quieran borrarlos o ignorarlos. ¿Cómo podría haber futuro personal y colectivo sin ellos? En cierto sentido sería como aserrar las patas de la mesa o eliminar la zapata y las columnas de un edificio. El porvenir quedaría en el aire; y comenzaríamos a contar de nuevo, en un eterno retorno, a la manera de Sísifo. La experiencia de la amnesia ilustra el trágico vacío de quienes han olvidado gran parte de sus vidas. Los desmemoriados han probado los efectos de la flor de loto, caminan sin rumbo hacia un mañana anónimo. Deben recuperar el mapa existencial y los puntos de referencia, aunque quizás prefieran iniciar novedosas aventuras. Aun así, conviene subsumir la biografía consumada, con todos sus compromisos, aciertos y defectos. Porque más de uno, mediante el truco de la amnesia oportunista, ha simulado pérdida de memoria, a fin de engañar y no asumir responsabilidades.

Aníbal Colón Rosado

Para El Visitante

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