La bendición de Aarón en el libro de los Números, se constituye en nuestra primera lectura de hoy, todos los años, a manera de la bendición que Dios derrama sobre todos nosotros en este 2023.
La Carta a los Gálatas es la única referencia de la Virgen María que tenemos en el corpus paulino. San Pablo menciona que Jesucristo nació de una mujer, aunque no la menciona, para indicar que este Dios es verdaderamente hecho hombre.
San Lucas es el único evangelista que nos recuerda que José y María circuncidaron al Niño Dios a los 8 días.
La Solemnidad de hoy es un coctel de celebraciones. Primeramente, nosotros comenzamos nuestro año civil y la Iglesia no quiere ser ajena a: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”, (Gaudium et Spes, 1). Es por eso que, por medio de esta lectura, nos quiere desear un feliz 2023.
Celebramos también la Circuncisión del Hijo de Dios y la adjudicación del “Nombre sobre todo Nombre, Jesús”, (Fp 2, 9). Coincide el inicio del Año Nuevo con la Octava del Nacimiento de Nuestro Redentor, y por tanto, la adjudicación del nombre de Jesús, que murió en la Cruz donde sufrió tanto. Cuando venimos a ver, desde el momento en que se le puso su nombre, que quiere decir Salvador, ya comienza a derramar su sangre redentora cuando fue circuncidado para cumplir con uno de los grandes mandamientos de la religión judía, lo que sería el equivalente del bautismo para nosotros.
Pero a la que queremos honrar en el día de hoy es a la Madre del Niño hermoso, María Santísima y encomendarnos a ella en este año. San Lucas tiene una bella expresión y es “María guardaba todas estas cosas en su corazón”. Nos indica que, aunque en el corpus paulino María aparece solamente en los relatos de la infancia del Señor y luego en el Pentecostés, María fue la Madre del Señor, no solamente porque simplemente lo crió, sino que lo amó, cuidó y acompañó en todo su proceso porque María es lo que nadie en la Iglesia puede ser: su Madre. Para María, Jesús era lo más importante de su vida, la razón de su vivir, la alegría de su corazón.
Aunque San Pablo menciona a María solamente en este verso de la Carta a los Gálatas y ni siquiera la menciona por su nombre, este dato no lo podemos tomar a la ligera. El Apóstol de los Gentiles enfatiza que Jesucristo es Dios y que en él la Katábasis, el abajamiento. Nos recuerda que Jesús es Dios, pero que nace de una mujer y que también es hombre.
Hoy es un día para decirle a María que la amamos. Reflexionemos, si nuestras madres son sagradas, ¿cómo no sería para Jesucristo su propia Madre?
Padre Rafael Méndez Hernández, Ph.D. (Padre Felo)
Para El Visitante