Cuando de la relación matrimonial se trata es importante conocer que tarde o temprano ocurren cambios provocados por circunstancias internas o externas a la pareja en la medida que pasa el tiempo y esta se conoce más. Además de los retos de personalidad, necesidades o entorno también ocurre una evolución conforme aparecen nuevas circunstancias. Sin embargo, este es un proceso previsible por lo que las parejas pueden prepararse y reconocer en qué etapa de la relación se encuentran o están por llegar.
De acuerdo con Padre Phillip “Felipe” Nuñez, vicario de la Pastoral familiar de la Arquidiócesis, las etapas del romance, la desilusión y el júbilo se dan en distintos momentos de la vida de la pareja, pero no por ello la desilusión es el final. “El matrimonio va pasando por unas etapas y tiene que ir constantemente reajustándose. Toda etapa nueva puede conllevar lo que es el romance, la desilusión y el júbilo en cada pareja dependiendo en qué lugar se encuentre en su relación”, aseveró.
Agregó que: “Hay etapas que van a traer desilusión pero ese no es el final de la relación, sino que la relación se está transformando hacia algo mejor, pero depende cómo el matrimonio lo asimile es que eso va a ocurrir. Es resurgir, es otro nivel de relación”.
Por su parte, a las parejas les recomendó buscar ayuda y que procuren pertenecer a un grupo de apoyo matrimonial o bien a una comunidad como Encuentro matrimonial. De este modo, podrán encontrarse con personas que hayan pasado por situaciones similares y puedan orientarles. A diferencia de mantenerse aislados que los llevará a ver sus problemas como únicos. No obstante, aclaró que es normal que ocurran muchas cosas pero que hay que luchar para vencerlas. “Si no lucho para vencerla, y me separo o me divorcio, ese problema o esa situación va a volver a surgir y ¿qué voy a hacer? ¿Volverme a divorciar, a separar?”, cuestionó.
Sostuvo que es bien importante que se enfoquen en que hay que pasar la desilusión y el orgullo y luchar para adquirir un gozo mayor en la relación. “Uno tiene que luchar contra la desilusión con todas las herramientas necesarias y si hay que buscar ayuda profesional, pues se busca. No porque me sienta triste, derrotado o devastado en un momento de mi vida significa que la relación está destruida. Lo que significa es que la relación está cambiando y tengo que enfrentar ese cambio en ella. Cuando viene un problema no es que la relación se está destruyendo, sino que está cambiando y ahí en el cambio yo tengo que buscar cómo yo cambio con eso”, advirtió.
Según el Vicario, en ese momento de desilusión la persona precisa de reconocer que irse o salirse de la situación no necesariamente la llevará al júbilo que necesita o que busca. Por el contrario, esa decisión la puede llevar a una desilusión mayor. Respecto a la separación, explicó que esta viene cuando no se llega al júbilo al no poder superar la etapa de desilusión. Es entonces que llega la separación porque ninguno de los dos está dispuesto a vivir el estilo de vida nuevo al que las circunstancias los está llamando.
“La gente siempre dice: ‘Esta no fue la persona con la que yo me casé hace 20 años’. Y tienen razón. Efectivamente no es la misma persona con la que te casaste hace 20 años. Es una persona que ha crecido, ha tenido problemas en la vida, ha cambiado su forma de pensar, ve las cosas desde su edad, desde su experiencia”, aclaró.
De otro lado, P. Phillip confesó sentirse preocupado por aquellos matrimonios que creen que no habrán cambios en la relación y se desesperan cuando eso ocurre. Motivo por el que los animó a que desde el comienzo sepan que “necesitan un apoyo de una comunidad matrimonial. Los matrimonios no deben estar solos, sino acompañados por personas o por grupos que puedan ayudarlos a responder a las distintas etapas que pasan en sus vidas para que ese matrimonio pueda ser exitoso. Eso es vital”.
Concluyó diciendo que: “En medio de la desilusión hay una esperanza incluso mayor a la que están experimentando en ese momento o que hayan experimentado antes. Es parte natural y normal de una relación”.