El cine estadounidense siempre ha incluido a animales. A comienzos de los años treinta, un perro se convirtió en estrella rutilante del cine. Se llamaba Rin-Tin Tin y le granjeó ganancias fabulosas a los estudios. Luego vino Lassie en los años cuarenta y cincuenta. El desfile continuó con caballos y gatos. En nuestro tiempo los favorecidos son los animales salvajes que hemos visto desfilar por la pantalla: los tiburones tipo “Jaws”, las ballenas asesinas como Orca. Pero han sido sobre todo los animales extintos, como los dinosaurios, los que han cautivado al público a partir de la película “Jurassic Park” (1993).
Esa cinta, creación de Steven Spielberg, tuvo dos secuelas, la segunda de las cuales también contó con la dirección de Spielberg. Se trata de la serie “Jurassic Park”, a la que siguió una segunda serie, “Jurassic World”, cuya tercera entrega reseñamos hoy.
Dirigida por Colin Trevorrow, coautor también del guion, la cinta cuenta entre sus protagonistas tanto al trío original que apareció en “Jurassic Park” en 1993 (Sam Neill, Laura Dern y Jeff Goldblum) como a tres nuevas personalidades del cine: Dallas Howard, Chriss Pratt y De Wanda Wise. Su trama es muy complicada ya que hace referencia a lo sucedido en las primeras películas, filmadas casi tres décadas antes que esta.
Sorpresivamente, los dinosaurios no se hacen muy presentes en la cinta hasta casi la mitad del rodaje, que es de 2 horas y 20 minutos de duración. Desde un momento dado, sin embargo, figuran prominentemente hasta el final. Desde ese punto, en secuencia tras secuencia causan terror entre los asistentes y obligan al elenco a correr para salvar sus vidas más que a actuar para beneficio del público. Dos secuencias en particular ponen de manifiesto la riqueza de medios técnicos y efectos especiales. Una de ellas muestra una carrera en las estrechas calles de La Valeta, capital de la isla de Malta, en el Egeo, donde sucede gran parte de la trama. Los actores se desplazan a toda velocidad seguidos cada vez más de cerca por los monstruos. La otra ocurre hacia el final cuando, para lograr una estabilidad concluyente, se suceden los ataques.
Pletórica de acción, con una sobreabundancia de momentos difíciles para sus protagonistas, la cinta continúa descansando en situaciones básicamente increíbles. Gustará a un público adicto a las tensiones.
La cinta ha sido clasificada PG-13 por la clasificación voluntaria de la industria y A-3, para mayores, por la clasificación católica en razón de su excesiva violencia y por sus diálogos.
Luis Trelles Plazaola
Para El Visitante