Actualmente vivimos en una época donde los superhéroes tienen mucha popularidad entre el público y las películas de este género están en su punto más alto. Con su combinación de fantasía, ciencia ficción y aventuras puras, las películas, series y cómics de superhéroes deslumbran a muchos.

Importante, los superhéroes no pertenecen solo a las tiras cómicas y las pantallas de cine o de la televisión. Siempre han estado entre nosotros y nuestra Iglesia Católica los llama hombres y mujeres de fe: los Santos.

Recordemos a nuestros antepasados: Abel, Henoc, Noe, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, Moisés, entre otros que “murieron como creyentes”. “No habían conseguido lo prometido, pero lo habían visto de lejos y contemplado con gusto, reconociendo que eran extraños y peregrinos en la tierra (como somos cada uno de nosotros). Aspiraban a una patria mejor, es decir, a la del cielo. Por eso Dios no se avergüenza de ellos ni de llamarse su Dios, pues Él les preparó la ciudad”. Muchos de nuestros superhéroes de las Sagradas Escrituras fueron apedreados, torturados, aserrados, murieron a espada, anduvieron errantes de una parte para otra, sin otro vestido que pieles de corderos y de cabras, faltos de todo, oprimidos, maltratados, (He 11).

La santidad y el heroísmo van de la mano. De hecho, un paso crucial en el proceso de la canonización es la declaración de virtud heroica: una declaración formal por nuestra Iglesia de que la persona practicó las virtudes cardinales y teológicas hasta un grado heroico, extraordinario como vivió nuestro Primer Santo Puertorriqueño.

Veamos el testimonio de José M. Rodríguez Santiago, hermano menor de nuestro Beato Carlos Manuel, en el Proceso Diocesano para la canonización: “Yo siempre pensé que su largo y fértil apostolado fue un constante acto heroico para él ya que tenía que vencer una profunda timidez. Por otra parte, sólo llegó a primer año de Universidad, pero con suma sencillez, candor y humildad se convirtió en “profesor” de catedráticos universitarios, muchos de ellos con doctorado y fama de intelectuales. Esto ocurrió en su Círculo de Liturgia. La famosa Doctora Margot Arce de Vázquez, su fiel discípula, decía que Chali era lo que su amiga Gabriela Mistral llamaba “un hijo del Espíritu Santo”.

En la página 121 de la Positio, José Modesto es preguntado sobre cómo vivió Chali las Virtudes Cardinales: [Prudencia] “El Siervo de Dios ejercitó la virtud de la prudencia sobrenatural en grado heroico a lo largo de su vida. No se dejaba guiar por una prudencia humana que mide las cosas por su temporalidad, sino por la propia inteligencia iluminada por la fe sobrenatural que trata de ver las cosas como Dios las ve. [Castidad] “Hasta donde pudimos observar sus más cercanos parientes, amigos y conocidos, el Siervo de Dios observó la virtud de la castidad en grado heroico desde su más tierna infancia hasta su muerte, Yo viví con él y junto a él hasta que dejé mi hogar a la edad de 34 años para ingresar en la Orden de San Benito. Durante la mayor parte de ese tiempo compartimos la misma habitación. Conversábamos mucho y con frecuencia durante largas horas. Y nunca escuché de su boca, ni observé en su conducta y actitudes, absolutamente nada ni siquiera remotamente contrario a la castidad. Antes, al contrario, siempre lo tuve como el mejor modelo a seguir, aunque difícil de imitar”, (página 127).

Elevemos una oración a nuestra Madre de la Divina Providencia para que mediante su intercesión sea pronto canonizado nuestro Primer Santo Puertorriqueño, el Beato Carlos Manuel Cecilio Rodríguez Santiago, para que “brille su luz ante los hombres, de modo que, al ver sus buenas obras, glorifiquen a su Padre del Cielo”, (Mateo 5,16).

Pablo E. Negroni
Diócesis de Arecibo

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