Fray Fortunato Grottola, OFM. Cap., director del Santuario de San Pío de Pietrelchina, en Italia, conversó con El Visitante para hablar de su testimonio con San Pío de Pietrelcina conocido como Padre Pío cuando estaba en su proceso de formación.

Narró que estaba en el seminario cuando el director espiritual les dijo que irían a visitar al Padre Pío en la ciudad de San Giovanni Rotondo, donde Padre Pío trabajó por años hasta su muerte.

Recordó que le pedían silencio al centenar de novicios, pero no hacían caso.

Padre Pío caminó, habló y comió con ellos como una persona completamente normal, relató. “Me cuestioné si él tenía heridas en las manos, por qué no sentía dolor. Tuve una idea. Como no se quitaba los guantes porque estarían pegados por la herida, (producto del estigma en la mano) cuando me toque saludarlo le apretaré fuerte la mano”, dijo el capuchino italiano.

Para entonces, debían saludar a Padre Pío con un beso en la mano. “Cuando le apreté la mano, sentí el guante, pero sentí un hueco y apreté no solo con la mano, sino con el dedo -en el hueco de la herida- . Padre Pío dijo sobresaltado: muchacho, me haces daño, de ahí sale la sangre”.

Padre Pío se alejó del grupo, pero a una distancia se viró, le miró directamente y le sonrió en señal de que “ahora ya sabes”.

Fray Fortunato volvió a ver a Padre Pío y compartió otra anécdota. Cuatro amigos del seminario, ya en la etapa final de formación fueron a visitarlo y le preguntaron si llegarían a ser sacerdotes. Padre Pío les insistió que esa pregunta “no hace falta”. Pero los cuatro insistían y por dentro se preguntaban, ¿y si dice que no llego a ser sacerdote?
Padre Pío les contestó de manera individual, un dato que compartieron los amigos 11 años más tarde. A uno le dijo: “Tus padres son muy mayores y necesitan que los cuides, pórtate bien”.

A otro le dijo: “Tu hermano y mamá están muy enfermos, ¿quién piensa en ellos?”. A Fortunato y al otro les dijo de manera independiente: “Cuando llegues, yo no estaré. Reza por mí”.

Padre Pío murió y dos semanas más tarde, esos dos fueron ordenados.

¿Dónde están los milagros?

Fray Fortunato explicó que la palabra milagro es muy fuerte, abarcadora y contundente. Por lo que él prefiere referirse a ellos como signos o gracias que acontecen producto de la fe, oración y acción. Como director del Santuario ha visto muchos signos relacionados a la intercesión de Padre Pío.

Relató una experiencia personal con una pareja que lo marcó.

Estando en San Giovanni Rotondo para confesar, al entrar en la iglesia vio un hombre que estaba llorando y se acercó para preguntarle qué le sucedía. Le dijo: “Padre yo he trabajado mucho para ganar dinero para mi familia, ahora no tengo nada. No tengo a mi esposa ni a mis hijos, solo me queda el dinero. No sé que hacer, quiero dar mi dinero a los frailes”. Le contestó: “No puedes hacerlo porque tienes esposa e hijos. Ellos tienen que comer. No podemos aceptar ese dinero. ¿Tu esposa está con otro hombre?”.

Explicó que no y el fraile le propuso llamarla por teléfono. “Me presenté y le dije que estaba con su marido en San Giovanni Rotondo. Ella respondió que no me creía porque ella estaba en San Giovanni Rotondo. Ambos habían ido al Santuario a orar a Dios bajo la intercesión de Padre Pío por su relación matrimonial en crisis. Cuando llegó a la iglesia vio a su marido y comenzó a llorar y dijo entre gritos: ‘Padre Pío no quiere que nos separemos’. Luego de aclarar los asuntos salieron juntos de la iglesia”, explicó.

“Son acciones simples y superficiales, aunque alguno pudiera llamarlo un pequeño milagro”, dijo Fray Fortunato que aseguró que tiene un centenar de historias parecidas. ■

Enrique I. López López
e.lopez@elvisitantepr.com
Twitter: @Enrique_LopezEV

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