Uno de los ejercicios espirituales por excelencia para este tiempo es la meditación de las estaciones del Vía crucis junto con el pasaje bíblico del camino del dolor, también conocida como la “vía dolorosa”. Durante cada estación se realiza una intención especial y se orar para que culmine la pandemia del coronavirus COVID-19. A continuación, un formato a seguir.
Luego de recitar el nombre de la estación, rezar: Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Leer la cita bíblica, la lectura detallada, un momento para reflexionar y finalizar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
Ofrecimiento:
Señor Jesucristo deseo encontrarme contigo para recorrer tu camino de dolor y junto a ti revivir tus dolores por amor en estas estaciones. Hoy tu rostro sufriente se encuentra en la desesperación de los enfermos, en el personal de salud y en la preocupación de tantos en sus hogares. Ofrezco este Vía crucis para que culmine la pandemia del coronavirus COVID-19. Por los enfermos, los que han fallecido, por los familiares de ellos, por el equipo médico y por todos los que laboran en esta crisis mundial.
Primera estación: Jesús es sentenciado a muerte. “De Caifás llevaron a Jesús al Pretorio”, (Jn. 18, 28). Has sido sentenciado a muerte por la misma multitud que hace poco tiempo atrás caminaba junto a ti. Acompaña Jesús a los que son diagnosticados con la enfermedad en medio de tanta desesperación que sienten.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Segunda estación: Jesús carga con la cruz. “Entonces Pilato tomó a Jesús y lo azotó” (Jn. 19, 1) y “después se lo entregó para la crucificarlo”, (Jn. 19, 16). Cuán pesada es la cruz que cargas por los pecados de toda la humanidad. Cuida Jesús a los que emprenden la batalla contra la enfermedad y sienten que el peso es grande. Protege a los enfermos que cargan la enfermedad.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Tercera estación: Jesús cae por primera vez. “Y se alejó de mí todo consuelo que aliviase mi alma”, (Lm. 1, 16). Jesús cae al suelo de la ciudad santa por la que tantas veces caminó. Ayúdame, Señor, en la prueba diaria. Ayuda, Señor, a tantos que viven en cuarentena y encerrados con preocupación y limitaciones. Concédeles la calma, la paz y el sosiego.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Cuarta estación: Jesús se encuentra con su Madre. “Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel”, (Lc. 2, 34). La Vía Dolorosa trae un encuentro de gran amargura y amor. Imaginemos por un momento la mirada maternal de la Virgen María a su amadísimo hijo… Te presentamos las madres y los familiares de los enfermos, de los que han muerto a causa del coronavirus.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Quinta estación: Jesús es ayudado por el Cirineo. “Y obligaron a llevar la cruz de Jesús a uno que pasaba por allí, Simón de Cirine, padre de Alejandro y Rufo, que venía por el campo”, (Mc. 15, 21). Señor, cuán pesada es tu carga… Como el Cirineo hoy muchos son asistidos por un equipo médico que lucha para salvar a tantos. Señor, que los Cirineos de hoy -médicos, enfermeros, trabajadores de la salud y otros trabajadores de servicios esenciales- tengan la energía necesaria ante el desgaste físico producto del paso de los días.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Sexta estación: Verónica limpia el rostro de Jesús. “Que el Señor haga resplandecer su faz sobre ti”, (Nm. 6, 25). Tantos te escupen y te arrojan piedras y entre ellos la Verónica llegó ante ti y te limpia el rostro. Danos las fuerzas para ser tan intrépidos como la Verónica. Te pedimos por los cuidadores de los enfermos, los que los limpian y alimentan.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Séptima estación: Jesús cae por segunda vez. “En su amor y su misericordia Él mismo nos rescató y cargó con nuestros pecados y los ha llevado”, (Is 63, 9). Señor, caes frente a toda una multitud indiferente, ante tantos que vieron tus obras y te escucharon… Vas camino al calvario. Danos las fuerzas para vencer la indiferencia. Abre el entendimiento de los que minimizan la pandemia. Cuida a tantos que no han podido llegar a sus hogares, que han quedado varados y están detenidos en cuarentenas lejos de sus familias.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Octava estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén. “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mi. Llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque si esto hacen al leño verde, ¿qué será al seco?”, (Lc. 23, 28 y 31). Las mujeres de Jerusalén lloran por ti y no saben el precio de tus lagrimas por ellas y por todos. Concédele Señor el consuelo a tantos que lloran por la distancia, la enfermedad, el miedo, la soledad, la injusticia, la indiferencia…
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Novena estación: Jesús cae por tercera vez. “He venido, oh Dios mío, para hacer tu voluntad”, (Sal 40, 6). Mis pecados y los del mundo entero te derriban tres veces. Contemplo tu fragilidad física. Señor, mira nuestra condición llena de dolor y desesperación. Que en medio de tanta desesperanza, podamos sentir Tu presencia.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. “Tomaron su manto y lo partieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. Tomaron también la túnica, la cual no tenía costura”, (Jn. 19, 23-24). Despojado de todo, hasta de las vestimentas, Jesús queda desnudo ante el pueblo. Cuida Señor Jesús a los indigentes, a las personas sin techo y los pobres que están “desnudos” ante esta crisis. Protege a tantos trabajadores que han perdido el sustento por la crisis y han perdido hasta el empleo.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Décimo primera estación: Jesús clavado en la Cruz. “Cuando llegaron al lugar llamado la calavera, lo crucificaron allí, junto con los criminales”, (Lc. 21, 33). Se contempla el crucificado en el Gólgota ante una multitud que le observa agonizando. Jesús, te presentamos a todos los que sufren la agonía y que aceptes Señor su agonía como un sacrificio por el perdón de sus pecados.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Décimo segunda estación: Jesús muere en la Cruz. “Dijo: Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu”, (Jn. 19, 30). Oh Sangre y Agua que brotaste del Santísimo Corazón de Jesús como fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío. Concédele Señor el descanso eterno a cada uno de los que han muerto a causa de la pandemia, y que brille para ellos la luz perpetua. Que descansen en paz.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Décimo tercera estación: Jesús en brazos de su Madre. “Entonces bajaron el cuerpo de Jesús de la cruz. La madre de Jesús estaba allí”, (Lc. 23, 53). Al pie de la cruz se encuentra María y le entregan el cuerpo sin vida de su hijo. Señor, concede la serenidad a los familiares que lloran por sus muertos y por tantos que no han podido despedirse de ellos.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Décimo cuarta estación: Jesús es sepultado. “José -de Arimatea- tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en su propio sepulcro nuevo”, (Mt. 27, 59). Fue allí, en el Santo Sepulcro donde Cristo venció al pecado y a la muerte con la Resurrección. Como el Papa Francisco dijo: “Tenemos miedo. Pero tú Señor no nos abandonas a merced de la tormenta. Repites de nuevo: “No tengáis miedo”. Y nosotros, junto con Pedro, descargamos en ti todo nuestro agobio. Porque sabemos que tú nos cuidas”.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo. [Padrenuestro, Avemaría y Gloria].
Oración final:
Te suplico, Señor, que me concedas, por intercesión de tu Madre la Virgen, que cada vez que medite tu Pasión, quede grabado en mí con marca de actualidad constante, lo que Tú has hecho por mí y tus constantes beneficios. Haz, Señor, que me acompañe, durante toda mi vida, un agradecimiento inmenso a tu Bondad.
Un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria por las intenciones del Sumo Pontífice para ganar la indulgencia.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here