“…y los echarán al horno de fuego; allí llorarán y les rechinarán los dientes” (Mt. 13, 50).

A lo largo de la historia de la Iglesia son muchos los que se han preguntado si el infierno existe realmente o si por el contrario es una mentira que de tanto repetirla todos la dan por cierta. El Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 1035 establece que “la enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Y sostiene que la pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y felicidad para las que hasido creado y a las que aspira”.

Partiendo de esa premisa, El Visitante conversó con P Baltazar Núñez Hernández, Rector del Santuario Diocesano Nuestra Señora del Carmen (conocido como “Montaña Santa”) en San Lorenzo que afirmó que cuando se habla de la realidad del infierno no se refiere a un lugar geográfico como decir Puerto Rico, las Bahamas o cualquier otro lugar del mundo. “Estamos hablando de una realidad en la clave espiritual como lo describe el Catecismo de la Iglesia Católica”, indicó.

Admitió que a través de la historia de la Iglesia encontramos diferentes énfasis en la manera de describir la categoría del “infierno”. Sostuvo que esto ocurre ya que el ser humano necesita de conceptos antropológicos y sociológicos para comunicarse y comprender las realidades existenciales y espirituales. Por ende, recalcó la importancia de que la Iglesia busque caminos para hacer más comprensibles estas verdades de fe que debe enseñar.

Agregó que “aunque constatamos que hay personas que expresan que no existe el infierno, esto no corresponde a lo que nos enseña el Magisterio de la Iglesia. Son opiniones personales de índole religioso que no debemos seguir. Al tratar de explicar realidades que nos sobrepasan a nosotros mismos, se corre el peligro de desacertar en la aclaración que se pretende brindar”.

Además, insistió que el “querer” de Dios es claro: que todo el mundo se salve. “¿Cómo nos salvamos? Por nuestra propia voluntad. Porque cada ser humano tiene la libertad de optar o no por la salvación”.

Continuó diciendo que “el Señor nos ofrece siempre la oportunidad del perdón — y yo estoy convencidísimo de esto — al encomendarnos a su amor misericordioso hasta el último momento de nuestras vidas. La Iglesia lo ha predicado a través del tiempo: hasta el último aliento puede darse la conversión del ser humano y ¡eso es algo hermoso!”

Al preguntársele si hay personas que están predestinadas para ir al infierno, respondió categóricamente que no. “La Iglesia no cree en la predestinación en términos de que la libertad humana esté condicionada y, por ende, que una persona se condena. Ahí entra la misericordia de Dios. Hasta el último momento de aliento la persona puede arrepentirse y convertirse al Señor. La Iglesia no dice que nadie se condena, que no se salvó porque ‘Dios quiere que todos los hombres se salven, con pleno cono- cimiento de la verdad’ (1Timoteo 2, 4)”.

De otra parte, el sacerdote señaló que en el numeral 1036 del Catecismo de la Iglesia Católica plantea que lo que encontramos en las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia sobre el infierno son un llamado a la responsabilidad y un llamado apremiante a la conversión. “Nosotros tenemos una responsabilidad con nuestras vidas”, comunicó.

Al final, recordó que “el infierno es un estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados. Eso es lo que se designa como la palabra infierno, porque uno mismo se excluye de Dios. Será la privación y el desconsuelo más grande, porque generalmente está asociado con el dolor y con la separación definitiva de Dios” (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, #1033). ■

Camille Rodríguez Báez
Twitter: @CamilleRodz_EV
c.rodriguez@elvisitantepr.com

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  1. Sugerencias; DEBIERAN TAMBIEN PONER ARTICULOS DEL LIBRO DEL APOCALIPSIS Y SU INTERPRETACION. Y PUBLICAR LECTURAS SOBRE EL TEMA.

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