“Y vivieron felices para siempre” parece ser una de las frases preferidas y más comunes al final de las películas ante la unión de una pareja. Sin embargo, son muchos los que día a día se cuestionan si en efecto existe la clave para un matrimonio duradero.
Ejemplos como el de don Julio Fuentes Rivera y Ramona Torres Crespo, que el pasado mes de octubre celebraron sus Bodas de Diamante, apuntan a que aún en estos tiempos es posible.
La pareja, ambos con 79 años de edad, se conoció cuando don Julio trabajaba en la agricultura con los familiares de Ramona. Según narró el esposo: “Íbamos a la iglesia juntos, compartíamos todo juntos, ella le llevaba almuerzo a todos los que estábamos en la finca y ahí surgió todo”.
Tras 3 años de noviazgo, decidieron contraer matrimonio en la Parroquia Nuestra Señora del Pilar en Río Piedras. 60 años más tarde cuentan con una familia de nueve hijos, 24 nietos y 19 bisnietos. Actualmente, residen en Guaynabo y asisten a la Parroquia Corazón de Jesús en el mencionado municipio.
De otro lado, don Julio sostuvo que para conseguir una estabilidad en la relación “hay que jalar juntos como decimos nosotros. Porque si uno se queda atrás, al otro se le hace difícil jalar”.
Según narró cuando se casaron “las cosas estaban bien difíciles también”, pero siempre tuvieron a Dios como centro de su hogar y nunca se separaron de Su figura.
“Tuvimos altas y bajas en nuestro matrimonio pero con solución”, aclaró. A su vez, recalcó que la clave para tener una familia unida fue “enseñarle a los hijos el mismo camino que nosotros llevamos”.
A las parejas que recién comienzan aconsejó: “Caminar juntos cogidos de la mano, siempre con la presencia de Dios y compartir todo lo que haya que hacer en el hogar. Lo que ella vaya a hacer, hacérselo saber al esposo; lo que el esposo va a hacer, hacérselo saber a ella. Que todo vaya en combinación, como un diálogo, porque cuando uno tira por un lado y el otro por el otro, es difícil enderezar la barca como decimos nosotros”.
“El matrimonio es una barca, se meten dos dentro de una y tienen que jalar parejo porque si no, no van para ningún lado. Y entonces cuando ya ha ido esa barca dando cantazos, ¿quiénes son los que sufren? Los hijos, porque son los que están en el medio de ella”, puntualizó.