“La realidad es que nos elegimos mutuamente, él nos eligió, nos aceptó. Él quiso que nosotros fuéramos sus padres”. Con esas palabras Dennise Pérez describió cómo se dio el proceso que culminó con la adopción legal de su hijo, Manuel Soto Pérez.
Contrario a lo que ocurre en la mayoría de los casos que cuando los padres piensan en adoptar prefieren un recién nacido, Dennise y su esposo Mariano Soto optaron por un niño que tenía 8 años cuando inició el proceso de adopción y actualmente tiene 9. “Mi esposo siempre decía: ‘Yo quiero un hijo que tuviese la edad como si yo lo hubiera podido procrear, que no sea un issue, que si somos más viejos que el nene, que estamos fuera de tiempo’”, dijo la orgullosa recién estrenada mamá.
Añadió que: “Hay una bendición especial cuando adoptas un nene grande y yo estoy convencida de eso. […] Porque como es un niño grande es el hecho de poder decir que ese niño te eligió a ti, porque durante todo el proceso, incluso el mismo día de la adopción en el tribunal le preguntan si quería irse con esa familia que lo va adoptar”.
De otro lado, Dennise rememoró que desde que se casó hace ya una década, nunca evitó los hijos y luego de algún tiempo de continuar intentándolo y no concebir, se sometió a innumerables tratamientos; el último por poco le cuesta la vida. Al final aceptó que no podría embarazarse. “Si iba a ser mamá iba a tener que ser obra de un literal milagro”, confesó.
Hace poco más de 1 año viajaron a Argentina, tierra natal de su esposo Mariano para compartir con la familia. Una noche Dennise recibió un mensaje de texto, lo extraño fue que desde que iniciaron el viaje su teléfono no tenía señal pero ese mensaje llegó.
El mensaje era de su madre que trabaja de voluntaria en el Centro de Acogida San Agustín en Aguas Buenas, un hogar de niños maltratados. El texto leía: “Conocí a un niño que está para adopción y me gustaría que lo conocieras. Sería bien bonito que Manuel tuviera una familia”.
“Leí el mensaje y no sé porqué le contesté: ‘Hablamos cuando llegue a Puerto Rico. Ese niño ya tiene familia’”, afirmó quien de inmediato le mostró el mensaje a su esposo.
La otrora periodista del Periódico El Vocero, narró que a los dos días de regresar a la Isla fueron al Centro sin ningún compromiso para compartir con los niños. Estuvieron media mañana con ellos, “todos estaban bien emocionados, menos Manu (como cariñosamente le llaman a su hijo) que estuvo retraído. Él fue el que menos intentó llamar nuestra atención”.
Al salir del Centro su esposo le preguntó si quería adoptar, a lo que respondió: “‘Honestamente sí’. Luego iniciamos el proceso de conocerlo más y él se fue abriendo a nosotros”.
Cabe destacar que Manuel fue removido por primera vez a los 8 meses de nacido. Desde ese tiempo hasta los 8 años que Dennise y Mariano lo conocieron, estuvo entrando y saliendo de hogares de familiares y del Departamento de la Familia.
Relacionado a la documentación y los pasos necesarios para legalizar la adopción, la orgullosa madre explicó que en su caso el Departamento de la Familia ya había iniciado el trámite de privación de patria potestad lo que facilitó y agilizó todo.
“Encontramos muchos ángeles en el Departamento de la Familia que nos dieron la mano, que conocían a Manuel desde pequeño y querían ayudarnos para darle una familia. No nos facilitaron el proceso pero no fueron impedimento, dejaron que el proceso corriera”, dijo la madre que escribe en su página de Facebook las ocurrencias o preguntas que le hace su hijo.
Admitió que tanto ella como su esposo están conscientes de que tienen una gran responsabilidad. “Nos estamos encargando de un niño con un carácter formado. Que tiene una historia que lejos de verla como algo malo, es una historia que queremos transformar y vamos a luchar todos los días para conseguirlo. Sin embargo tengo que decir que ya Manuel transformó nuestra vida”, reiteró.
De otro lado, instó a aquellos que deseen adoptar a que evalúen la posibilidad de adoptar un niño grande. “Hay una bendición especial cuando se adopta un niño grande y yo estoy convencida de eso”, manifestó.
Finalmente expresó que: “En este proceso aprendí que el tiempo es de Dios porque el milagro al que siempre le aposté -que iba a llegar a mí la maternidad- llegó cuando menos lo esperaba”.