“Magis”, en latín, significa “más”: adverbio comparativo.  Es palabra llevada y repetida en la espiritualidad ignaciana. Para San Ignacio el sentido del ser humano es orientar su vida al servicio divino. Y cuando se trata de servir a Dios, no bastan los mínimos; la aspiración ha de ser al “más”. Así escribe Ignacio “solo buscando y deseando lo que más conduce al servicio divino”.  Lo que quiere decir es que el amor no se contenta con los mínimos; aspira al máximo dentro de sus posibilidades. Por eso el seguimiento de Jesús ha de ser tal que, cuando se me presenta una decisión de dos vertientes igualmente santas y buenas, acepto la que sea más semejante a lo que Jesús prefería, aunque resulte desagradable a mis sentidos. La ofrenda de Caín no agradó a Dios porque Caín ofrecía los frutos podridos de la cosecha. Lo bueno era para él; lo de la basura para Dios.  Abel procedía de distinta manera.  Esa es la diferencia.

 

Un grupo jesuita más moderno para organizar jóvenes apostólicamente se denomina así: Magis. En las Jornadas Mundiales de los jóvenes se ha sentido su presencia. No se trata de un sentido de superación sobre otros, como si fuéramos el único postre en la nevera. No es competencia. La aplicación la traigo hoy al matrimonio. Lo vemos como misión divina, como lugar donde dos, unidos por el amor, realizan su existencia humana en una ofrenda de glorificación al Padre. Y en esta tarea no podemos contentarnos con los mínimos. El anhelo debe ser iluminar al máximo esa misión, construirla de la mejor manera posible. Si es un servicio a Dios, no lo podemos realizar de forma descuidada y negligente. Por eso, entiendo que una pareja debe estar buscando todo lo que le ayude a entender más hondamente, y ampliar el panorama de su realización matrimonial. Es triste que pensemos en retiros, por ej., lecturas, o conferencias, etc. solo cuando estamos experimentando notable desbarajuste en lo que nos pasa dentro del hogar. Las instancias de crecimiento son exigencia de ese ‘magis’ que Dios les pide también a los casados. Se Abel, no Caín. 

 

Renovación Conyugal no se organizó simplemente como oficina de primeros auxilios, para sacar del agua y darles respiración artificial a los casados. Nuestro deseo es que cada uno crezca en gloria a Dios lo máximo posible. Por eso ofrecemos diversas experiencias. Es una pena para nosotros el ver que nuestros ofrecimientos no tienen a veces mucha acogida.  Por eso, creciendo con el tiempo en estos ofrecimientos, nos extendimos a los talleres de Novios. A los que participan del primer taller les invitamos a unas reuniones adiciónales para masticar mejor lo escuchado. Incluso inventamos un Taller de RC II, que profundiza en cuatro áreas de importancia matrimonial: autoestima, comunicar, llegar a intimidad, crianza de hijos.  Hay otra oferta que denominamos Encuéntrate, o Sanación. Es trabajo sico-espiritual para sanar a la persona que, a través de la vida, ha ido acumulando traumas, o sumido en la triste tarea de frustrar el amor. En el matrimonio cuanto más rico personalmente te encuentres, más aportas para ser complemento de la otra persona. 

 

Un punto adicional es llegar a vivir la tarea de ser casados en comunión con otros casados. Considero que es gran idea poder empatar, de pareja a pareja, con otra que esté en la misma onda de crecimiento que nosotros.  Es una forma de Sumar, de evitar la Resta que predomina en el ambiente. Si abrazas a una mujer graciosamente perfumada, se te pega el aroma; si a un maloliente, arrastras contigo el mal olor. Pero insisto: se trata de sentirse cómodos de pareja a pareja, no con uno de la otra parte; esto podría ser peligroso, sobre todo en personas más débiles. Hay grupos que se orientan con ese objetivo, como los llamados Equipos de Nuestra Señora. No son muchos en el país, pero se encuentran en varios municipios. Es la idea enunciada: reunirse varias familias mensualmente con una tarea fija de oración, analizar experiencias, compartir cena. Es un grupo de extensión internacional.

 

Un grupo ignaciano, que se puede vivir también como parejas, aunque no necesariamente, son las Comunidades de Vida Cristiana. Se conocían anteriormente como Congregaciones Marianas. Su esquema se puede aplicar también a las situaciones que vive el matrimonio en su hogar. Buscan fortalecer un triple objetivo: crear relaciones primarias entre los miembros; intensificar la formación en la fe; animar la misión de un apostolado común. Entre nuestros auxiliares hay varios que son también CVX, y cumplen su misión ayudando en Renovación Conyugal.

 

En fin, mi consejo es “no te quedes con los mínimos”, no seas de los católicos que se contentan con ponchar en la misa dominical y enviar su ofrenda mensualmente.  Lo demás es su vida, que muchas veces va en contradicción con lo que supuestamente escucharon en nuestros sermones. Eso es ponerle una vela a San Antonio y sentarse a esperar el milagro. Dios en milagroso, pero no cree en los milagros gratuitos. A Dios rogando, pero con el mazo dando, ¡y dando mucho!

P. Jorge Ambert, S.J.

Para El Visitante

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