La 1ra lectura, del profeta Habacuc, habla de la angustia que sentía el profeta porque se sentía abandonado de Dios, y cómo Dios le responde.
Continuando con la 1ra Carta a Timoteo, San Pablo le demanda que predique a Cristo sin ambages, porque a través del sacramento del Orden, Dios le dio todas las herramientas para ser el primer evangelizador en su comunidad.
En el Evangelio de San Lucas, Cristo, a través de la parábola del grano de mostaza, nos recuerda que la fe es un don de Dios y que, por tanto, hay que pedirlo.
¡¿Cuántas veces no nos hemos sentido que nos falta la fe, que no le tenemos confianza a Dios, que nos sentimos abandonados por Él, y ya nos creemos que somos los peores cristianos del mundo y dejamos de comulgar o de venir a misa?! Pues precisamente las lecturas de hoy nos dicen que la duda es parte del proceso de la fe, que todo hombre y mujer de fe tiene dudas, siente que Dios lo abandona, etc. Si no, recordemos que el Monte Calvario Jesucristo sintió que su Padre lo abandonaba y le gritaba: Elí, Elí, ¿lamá sabactaní? Tener fe no significa que estemos sintiendo a Dios todo el tiempo, que nunca dudemos, que siempre nos sintamos bien. Cuando un ser querido está enfermo o se nos muere, cuando somos nosotros los que estamos enfermos, cuando parece que todo nos sale mal, cuando nos quedamos sin trabajo, etc., es normal que nos sintamos solos, abandonados por Dios.
¡Es precisamente ahí donde se nos prueba si tenemos fe de verdad! La verdadera fe es aquella que supera la prueba, la que es más fuerte que los embates del viento. El hombre y la mujer que tienen fe de verdad saben que Dios no nos abandona, aunque así no lo aparezca, y que, a la larga, todo se solucionará. ¡Todo tiene solución, hasta la misma muerte!
En la primera lectura, del profeta Habacuc, vemos cómo el profeta está pasando un momento de crisis al ver todas las calamidades que le está pasando a Israel, el pueblo santo de Dios. Siente que ya no vale la pena seguir luchando, cuando Dios le responde y le dice que en los momentos de calamidad, los que son fieles a Dios perseverarán, saldrán airosos de la prueba, y que el mismo Dios los protegerá.
La fe se manifiesta en cosas pequeñas y humildes. Esto es lo que nos dice Jesucristo en el Evangelio de hoy. Si tenemos la fe del tamaño de un granito de mostaza, seremos capaces de hacer cosas maravillosas. Cuando vemos a los santos y las grandes proezas que ellos lograron, el gran poder que ellos tuvieron para vencer los obstáculos, para lograr las proezas que realizaron, fue precisamente la fe. Los grandes monasterios, las grandes catedrales, las hermosas obras literarias, etc., todos ellos son producto de la fe. Me viene a la mente la gran obra del Padre Pío de Pietrelcina del hospital que construyó en San Giovani Rotondo, o las obras de caridad de Santa Teresa de Calcuta. Todo ello es fruto de la fe.
Padre Rafael Méndez Hernández
Para El Visitante